martes, 1 de marzo de 2011

Literatura e internet: ¿a dónde vamos?

Pocas cosas han alterado de manera tan profunda nuestra realidad como el internet y sus prodigiosas herramientas. Joaquín Guillén Márquez explora en este ensayo las tensas relaciones entre literatura, libros, revistas literarias e internet, no sin destacar las ventajas y oportunidades que ofrece esta pujante y novedosa tecnología.


Joaquín Guillén Márquez

Mucho es lo que se ha dicho acerca de la muerte del libro físico, un tema que científicos sociales, eruditos de la tecnología, el internet y los aparatos electrónicos no dejan de tocar; Umberto Eco, por ejemplo, mencionó que debemos iniciar un ejercicio crítico del internet, de lo contrario se hará como el personaje Funes, de Borges, que al recordar todo no selecciona las cosas realmente importantes.[1] En cuanto a los nuevos medios de comunicación, Eco dice que los periódicos de papel tienen sus días contados, y que los libros seguirán viviendo porque son un instrumento tan útil como una cuchara. Además del mundo intelectual, existe una batalla, donde las empresas de tecnología más importantes, como Apple, Sony y Amazon, ya se dieron cuenta de la importancia del mercado lector. Curiosamente las opiniones no son tan variadas en el campo de los literatos.


En el pasado no había libros y se dice que en el futuro tampoco los habrá. La tecnología ha revolucionado el campo de la enseñanza de una manera poco imaginable hace algunos años. Los profesores se ven obligados a actualizarse para no verse obsoletos frente a la Wikipedia. En el campo de las letras, Librerías Gandhi y el Fondo de Cultura Económica también le han entrado al juego. Cada día hay más estudiantes con su Kindle o su lector de ebooks.

El libro no es el contenido, es un objeto. El contenido es lo que de verdad interesa, y en ese sentido, los lectores profesionales y amateurs no pierden. El que se escuchen comentarios como: «¡No vamos a leer!», «¡El libro es lo mejor!», «¡Sin libros no hay conocimiento!» responde a una concepción romántica del placer material de consumir y tener al libro no como el contenido, sino como otro adorno en nuestro hogar. No se puede negar que este placer es uno de los mejores. Los compradores de libros sabemos lo bien que se siente ir en el transporte público y pegarle a alguien mientras cambiamos de hoja, también sabemos que el olor, la textura y el aspecto visual son factores importantes; ir a las librerías de viejo, en la meca llamada Donceles; subirse a las escaleras para conseguir aquella primera edición de aquel autor que tanto nos gusta, o si se prefiere, ir a alguna de las librerías grandes a pelearse con los encargados por no saber dónde se encuentran sus productos. El romance no termina ahí: comprar un libro para otra persona, escribir en las hojas de respeto una dedicatoria; encontrar al escritor y que nos firme el ejemplar. En cambio, es difícil imaginarnos al autor firmando una memoria USB.

Si bien el futuro del libro es incierto, sabemos que no nos quedaremos sin literatura. Ahora, si a toda esa polémica le agregamos la palabra «internet», la discusión se hará mucho más interesante.

La literatura y el internet tienen una relación de amor y odio. Mientras algunos proclaman la muerte de los libros (como fue mencionado), gritan y desprecian los ebooks, otras personas simplemente se fascinan por las facilidades que el internet ha traído: desde compras de libros que son simplemente imposibles de conseguir en México (o en su defecto, ridículamente caros) hasta encontrar sitios dedicados a escritores, con muchos de sus trabajos. Cabe mencionar que si los derechos de autor siguen vigentes, existe la posibilidad de que sea la primera y última vez que encontrarás sus obras en línea. Lejos de la facilidad para encontrar textos en formato digital (ya sea gratis o comprándolos), hay puntos donde el internet ha jugado un rol importante en el desarrollo literario, los cuales pueden darnos el coraje suficiente para empezar una relación excelente que marcará la literatura en el siglo XXI.

Hacer una búsqueda en Google acerca de temas literarios siempre es una cadena de links, algo que no se puede hacer en quince minutos. Un blog nos lleva a un artículo, y ese artículo cita a otros, y así. Es algo interminable, casi como un cuento de Kafka. La mayoría de estos textos, sin ser totalmente especializada, saciará el placer chismoso de los estudiantes de literatura. Muchas polémicas entre los escritores canónicos están registradas y pueden leerse de manera gratuita. La investigación literaria nunca se había visto de una manera tan «¡hágalo usted mismo!». En Google Books (con tantos fans como enemigos) podemos encontrar una base de datos enorme, con el apoyo de universidades de todo el mundo. Hay textos completos de libros de la UNAM, que pueden ser consultados de una manera electrónica. Si a eso se le agrega el dominio de una lengua como el inglés, Google Books es una fuente principal para los ensayos literarios y académicos. Uno de los puntos negativos de esta iniciativa de Google (y que realmente no es por la culpa de esa empresa, sino de las editoriales) es no encontrar vistas previas disponibles de los libros. Aún peor: encontrar varias páginas y ver que hay algunas restringidas por la editorial. En muchos casos esto se vuelve frustrante por no encontrar la información requerida.

Existen otras páginas donde el resultado no es encontrar el texto, sino que hay datos adicionales que ayudan a una búsqueda más detallada de autores, temas y fichas bibliográficas: Dialnet, Wikipedia y el mismo Google Books son ejemplos confiables de ello. Si estos sitios son pilares fundamentales del ejercicio literario en línea, no es nada comparado con las bases de datos que están en línea. Los journals son una fuente incomparable de investigación, de datos, de bibliografía, que con su correcto uso harán fluir el conocimiento y los temas de una manera envidiable.

La mayoría de las universidades tiene acceso a sitios como JSTOR, esta base de datos en línea, que guarda las investigaciones en archivos .pdf para la consulta. Como punto negativo: no es totalmente gratis. La tarifa anual que se tiene que pagar por una clave de usuario es un poco alta; para contrarrestar esta situación, la mayoría de las computadoras con internet dentro de las instalaciones de una universidad tiene una clave de usuario que te permite bajar documentos. La UNAM ofrece el servicio de acceso remoto, donde se asigna una clave sólo dando los datos que se requieren, siempre que seas alumno o académico de la institución. Si se intentan ver los archivos sin una clave, sólo se ve una vista previa de una página.

La literatura establecida se ha beneficiado mucho del internet, principalmente como una herramienta de difusión e investigación. Menciono rápido sitios como Project Gutenberg, que tiene como función ser una especie de biblioteca electrónica gratuita.[2] Desde 1971 que inició el proyecto, se han ido recolectando varios libros en formato electrónico que (principalmente) son de dominio público, lo que los hace seguros, dentro de lo que cabe. El detalle, como gran parte de los «peros» en estas iniciativas, es que se necesita el dominio del inglés para sacarle el mayor jugo posible.


Hay que hacer notar algo: entre lo que acabo de mencionar, se encuentran muchas otras iniciativas, la mayoría de ellas internacionales, que son de gran importancia. Aun así el verdadero impacto se ha dado en la literatura contemporánea. A continuación mencionaré algunos de los puntos que rescato y que dan una nueva luz a la escena. Escritores jóvenes, estudiantes de literatura, escritores establecidos, editores y lectores se han beneficiado. Un asunto de total interés para todos. Lo primero que salta es la palabra «blog». Para aquellos que no estén familiarizados con la palabra, un blog es un sitio que mezcla bitácoras, memorias, y un diario personal. Hay una lista amplia de los usos de un blog. Se ha llegado a hablar incluso de una «Bliteratura».[3] Si bien es un medio de difusión nuevo, hay que tener cuidado con lo que se encuentra ahí, un lector experimentado sabrá en seguida cuándo es que un blog vale la pena o no. Lo mejor de estos espacios es la retroalimentación que puede haber entre varios lectores y escritores. El blog es indispensable para los primerizos. Aún más para los que creen en el decálogo de Augusto Monterroso: «Primero. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre». Escritores consolidados cuentan con su propia bitácora, como José Saramago.[4] ¿Quién que haya leído a Ibargüengoitia no cree que él tendría un blog? Juan José Arreola es otro caso parecido, con leer Inventario nos daremos cuenta de que él sería un entusiasta de los blogues.[5]

Los medios de difusión han jugado un papel más importante del que ya tenían. Los periódicos se han abierto a compartir la información. Dentro de todo lo que nos dan, las secciones de cultura han encontrado un espacio de debate. Rescato el trabajo de los suplementos culturales de Milenio, «Laberinto», y de La Jornada, «La Jornada Semanal», que aunque se encuentran de manera impresa, han visto su auge y desarrollo principal dentro del ciberespacio. Una lástima que «Confabulario» de El Universal no haya logrado sobrevivir, y aún más porque ni siquiera se encuentra en la base de datos del diario.

Poco se puede decir de la literatura mexicana sin tomar en cuenta la importancia de revistas y suplementos culturales, principalmente a mediados del siglo XX. Plural, Tierra Nueva, Sábado, Nexos, Diálogos y Vuelta están ligados al desarrollo y al boom de la literatura mexicana. Difuntos cuatro de los cinco que menciono (sólo Nexos –o lo que queda de él– sobrevive), es un poco difícil hablar de revistas con un peso de verdad en la actualidad. Empecemos por una con cierta tradición, Letras Libres, donde podemos leer a Guillermo Sheridan y Gabriel Zaid. Parte de la importancia de Letras Libres tiene que ver con la legendaria revista Vuelta, y menciono esto porque en una sección en línea de Letras Libres está el archivo histórico de los números de Vuelta. De principio a fin y en formato .pdf.

Las revistas siempre están llenas de polémicas, principalmente porque pertenecen a un grupo. Eso no significa que tengan una calidad mala, o en el mejor de los casos, dudosa. En los detalles que debemos fijarnos es en el aspecto visual, número de ediciones, autores publicados, respaldo (si es el caso) de alguna organización, ISSN, y una buena edición. No es lo mismo leer una revista independiente en una página de dudosa procedencia a otra con una evidente superioridad.

Un gran número de revistas electrónicas está disponible, lugares donde podemos leer la obra de autores jóvenes, reseñas, cuentos, y ver cómo es que ha ido evolucionando todo. Pongo primero a Punto en Línea, de la UNAM, que es la contraparte en línea de Punto de Partida. Círculo de Poesía, HermanoCerdo, Destiempos, La otra revista, Periódico La Manzana, Los Noveles y Palabras Malditas se han hecho de sus lectores a través de los años, con una variedad buena de autores latinoamericanos. Habrá que esperar algunos años para ver cuáles de éstas logran hacerse de un nombre grande.

El texto es importante, pero conocer al autor es siempre algo bienvenido. El internet ha traído una nueva rama de autores, que me gusta denominar «Escritores 2.0». La web 2.0 suele definirse como una tendencia en el internet que permite una ágil comunicación y alimentación, entre ellos se encuentran las redes sociales, los foros y los wikis. Páginas como YouTube, Facebook y Twitter son ejemplos de esto. Al hablar de Escritores 2.0, me refiero a los escritores que utilizan las herramientas electrónicas, estando activos, participando en los medios digitales y manteniendo un intercambio con lectores y autores de otros países, cosa que con medios impresos difícilmente se podría hacer. La obra de estos escritores está dando sus frutos y aunque en muchas ocasiones esperamos más, de vez en cuando nos lanzan algo bueno. Los autores han hallado en el internet una forma de darse publicidad, de conocerse entre ellos, de leerse de una manera más sencilla que antes.

Las redes sociales no sólo sirven para perder el tiempo. Poco a poco, la difusión de la literatura ha ido adaptándose a estos sitios. Editoriales como Planeta y Anagrama, regalan libros en sus cuentas de Facebook y además, es una forma buena de enterarse de los autores que están escribiendo actualmente. Muchos de ellos son muy activos, pasan enlaces, comentan noticias y ponen de vez en cuando algo de su obra, y eventos a los que irán. Todos ellos tienen una buena disposición y con sólo mandar una solicitud de amistad, se podrán enterar de todos los chismes de la farándula.

Nuevamente, los blogues en estos autores juegan un papel importante y además cumplen una función bastante interesante. Si antes las generaciones y grupos literarios se reunían en un taller o en una revista, ahora con sólo ver la lista de links, el lector perspicaz se puede dar una idea de los verdaderos integrantes de la corriente contemporánea. Escribir en su blog les ha servido como promoción, corrección y para ganarse más lectores. Si tecleamos el nombre de nuestro escritor de menos de 40 años, seguramente encontraremos su sitio personal. Que si se quiere asistir a la presentación del libro, al encuentro, o a la lectura: ahí está. Su obra emergente también alcanza un punto muy alto aquí. Haciéndose de una cantidad mediana de lectores empiezan a publicar, en su blog, textos que en su mayoría han sido previamente publicados en alguna revista, periódico o libro. Esto para que los textos sean leídos, mantener un blog y lectores, pero no publicando inéditos. Ésa es la principal diferencia entre un blog literario y uno amateur.

Ejemplos sobran, pero si hay alguien que ha hecho un trabajo extraordinario es Alberto Chimal. Su libro más reciente, La ciudad imaginada (2009) incluso hace mención de esto en la solapa. Alberto Chimal no es sólo uno de los líderes de la reciente generación de escritores, sino que también tiene buenos reconocimientos por parte de la crítica. Parte de su trabajo tiene que ver con ser una persona muy activa en la red. Su sitio personal, Las Historias, es una referencia obligada en la escena actual. Un ejemplo de cómo el internet es, en verdad, un complemento para todos los campos.

El panorama luce prometedor. Aproximadamente son diez años desde la masificación del internet en México, y es en la segunda década donde vemos pequeños destellos de lo que puede ser nuestro siglo XXI literario. El internet, los libros electrónicos, los medios digitales serán fundamentales. No enemigos como muchos han querido ver. Sólo son una herramienta más que se debe aprovechar. Poco a poco, los escritores y literatos debemos dominar no sólo las ventajas académicas que puede traer, también adentrarnos al ambiente, y ser pioneros en las formas, en los grupos, en los estudios.

Joaquín Guillén Márquez (México, 1990) es estudiante de Literatura Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha colaborado en El Universal, Punto en Línea, Palabras Malditas y La Movida Literaria. Es asistente editorial de HermanoCerdo y miembro del consejo editorial de Cuadrivio.

No hay comentarios:

TAMALIN, EL GABINETE DEL CACIQUE...

ANDRES RAMOS REYNO – PRESIDENTE Va por su segunda Administración en el Municipio, como  Pedro Garcés Marcial y Lerdo Ferrer; han gobe...