domingo, 5 de junio de 2011

Voces del mundo en solidaridad y protesta


Ilustración de Juan Gabriel Puga

Marco Antonio Campos

A la “Carta manifiesto a favor de Javier Sicilia y el pueblo de México”, ya sea a través de agrupaciones, ya sea individualmente, se han sumado 3 mil 178 poetas, escritores, artistas, intelectuales y periodistas de setenta y un países. Entre los miles de firmantes se cuentan una Premio Nobel (Elfriede Jelinek) y cuatro Premios Cervantes (Juan Gelman, José Emilio Pacheco, Antonio Gamoneda y Juan Marsé); también ha firmado el investigador italiano Edgardo Buscaglia, quizá el mayor experto en el tema del crimen organizado, tan incómodo para el poder presidencial mexicano.

Calderón, como se sabe, oye pero no escucha. Ni siquiera parece darse cuenta de que poetas, escritores, artistas y periodistas de los cinco continentes lamentan la terrible situación mexicana, que él, sobre todo en el extranjero, como lo hiciera Fox, quiere dibujarla como una historieta de Walt Disney. Han creado aquí su Disneylandia en un terreno cimentado en medio de la pobreza y la sangre.

Junto a las firmas recabadas han venido en ocasiones breves comentarios, de los que tomamos algunos para dar una pequeña muestra. Es una protesta por la muerte del hijo de Javier Sicilia y de sus seis acompañantes, pero también por los 35 mil muertos, en especial, claro, los cientos de víctimas inocentes causadas, desde un principio, por una lucha necesaria, pero mal planeada, donde por omisión o comisión es también culpable la clase política, la cual, en nuestro país, está formada en general por una ralea de aventureros mediocres y cínicos irremisibles. Indiferentes ante la tragedia, sólo parecen ocuparse de su irrisoria carrera y del triunfo electoral de sus partidos, dando una y otra vez la espalda a la ciudadanía. Incapaces de la mínima autocrítica, culpan siempre al otro. Muy pocos pondrían las manos en el fuego para decir que muchos de los miembros de esa clase política, sobre todo en el norte de la República, no están ligados al crimen organizado. No menos culpable es un sistema judicial corrompido, donde agentes del Ministerio Público y jueces de vergüenza han dejado en desvalimiento a la población y han vuelto literatura fantástica la interpretación de los artículos de las leyes. Desde hace muchos años, además, la policía se confunde con la delincuencia organizada y cuando se atrapa a bandas delictivas una parte suele ser de ex policías o de policías en activo.

Pero no podemos soslayar que, en este inmenso río de sangre, el mayor culpable de nuestra desgracia es sin duda Estados Unidos, a quien la parte mexicana, en esta guerra sin dirección, le hace el trabajo sucio. Los sucesivos gobiernos estadunidenses, con su doble moral, exigen resultados en el patio ajeno y muy pocos en el propio. Si no ¿qué tarea eficaz han llevado a cabo para disminuir sus 30 millones de consumidores de drogas, el trasiego letal de armas, las vías para detener en su territorio el lavado de dinero (lo cual sería el mayor golpe al narcotráfico), y aun, desde que el problema empezó a salirse de cauce, es decir, hace más de treinta años, jamás han aprehendido a un gran capo estadunidense de la droga, lo que sería entre nosotros los Arellano Félix, los Carrillo Fuentes, los Beltrán Leyva, los García Ábrego, un Osiel Cárdenas, un Ignacio Coronel…

A continuación reproduzco una selección de breves comunicados llegados de los cinco continentes. Para esto ha sido invaluable la cooperación del todo desinteresada del poeta alemán Tobías Burghardt.

Calderón sabrá si quiere quedarse para siempre con una imagen de impericia sangrienta, porque cree tener en todo razón, ante la comunidad artística e intelectual del mundo.

“Reciban mi adhesión a sus nobles y justas luchas por la dignidad del querido pueblo mexicano; va por igual mi abrazo de solidaridad.” (Ramón Palomares, Venezuela.) ”Me sumo plenamente a la protesta. No puede consentirse lo que está sucediendo en México, y me adhiero de todo corazón a este documento que pide una intervención firme del Estado.” (Andrés Sánchez Robayna, España.) “Defendemos la dignidad de la vida contra una muerte absurda, acompañando fraternalmente a todas las madres y todos los padres que perdieron hijos por un crimen. Nadie puede quedar indiferente ante el asesinato de seres queridos lo que equivale a la aniquilación de un futuro humano. Insoportable es el desvalimiento de organismos competentes y capaces de implantar la justicia.” (Tobías & Jona Burghardt, Alemania.) “Gracias por la acción, espero mucho que juntos podamos mover algo.” (Martina Hefter, Alemania.) “Me adhiero inmediatamente. Los asesinatos tienen que cesar. No puede ser que organizaciones criminales extorsionen a países enteros. Evidentemente, la despiadada violencia militar del Estado tampoco lleva a ninguna solución, sino que provoca, en mi entender, la violencia criminal mucho más inescrupulosa.” (Jürgen Polinske, Alemania.) “Me sumo con indignación a la protesta y pedido de justicia ante este hecho vandálico, que enluta el hogar del poeta Javier Sicilia y a todo el valiente pueblo mexicano.” (Renée Ferrer, Paraguay.) “Aquí va mi adhesión a la carta a Felipe Calderón Hinojosa para pedir el castigo de los asesinos y compartir mi emoción y mi solidaridad con las víctimas.” (Nicole Laurent-Catrice, Francia.) “Declararse solidario es lo mínimo que se puede (puedo) hacer.” (Sepp Mall, Italia.) “Firmo de todo corazón esta Carta-Manifiesto al presidente de México. Condeno el asesinato de Juan Francisco Sicilia y pido que sean hallados y condenados todos los asesinos.” (Martin Mooij, Países Bajos.) “Con los hermanos mexicanos, por la dignidad del pueblo de México y la memoria de sus muertos.” (Abdul Hadi Sadoun, Irak.) “Con profunda pena, condeno el asesinato y ruego a Dios Todopoderoso que tenga misericordia de sus almas.” (Alhaji Papa Susso, Gambia.) “Expresamos nuestra solidaridad con el poeta mexicano Javier Sicilia en esta circunstancia trágica.” (Aden Hassan Aden, República de Yibuti.) “Me adhiero a la protesta contra las atrocidades en su país (en eso aquí tenemos experiencia prácticamente a diario, pero no creo que tan seriamente como en México.) Entre quienes utilizan la palabra escrita, los poetas son quienes más sufren bajo cualquier forma de dictadura. Nuestro gran poeta, Breyten Breytenbach, estuvo en prisión por siete años a causa de su protesta contra los demonios del apartheid y de la censura en Sudáfrica. Si simpatizamos con Javier Sicilia por la pérdida de su hijo y con las familias que han perdido a sus seres amados, es porque aquí sabemos de sufrimiento y protesta.” (Ampie Coetzee, Western Cape, Sudáfrica.)

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