sábado, 28 de mayo de 2011

Un futuro seco y agobiante...en Veracruz

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El gobernador Javier Duarte de Ochoa inauguró Punta Tiburón, Residencial, Marina & Golf, donde dijo que con esta inversión le irá muy bien a Veracruz


Un agobiante, contaminado y sediento destino comienza a sustituir a la cada vez más lejana y paradisiaca visión en la que en prácticamente todo el estado de Veracruz se daba por asentada la disponibilidad de agua limpia y fresca. Se presumía que la tercera parte de los escurrimientos del país pasaban por la entidad pero en esa misma medida se abusaba de ello. Ingenios azucareros, beneficios de café, rastros, descargas residuales de los centros urbanos y zonas industriales van a dar directamente y sin ningún tratamiento previo a los numerosos cauces que marcan el suelo veracruzano, trastocando el paraíso tropical en una pestilente y sucia y peligrosa cloaca carente de vida.

En esa bucólica burbuja, los alarmantes números que dan cuenta de que unos mil 200 millones de personas no tienen acceso a agua potable y el doble carece de instalaciones sanitarias adecuadas formaban parte de un imaginario colectivo ubicado más allá de las manipuladoras pantallas de televisión o de las fotografías de los diarios. Aunque se sabía de muertes de menores de edad ocasionadas por enfermedades asociadas con la falta de agua, de saneamiento e insalubridad en zonas marginales urbanas o en los núcleos serranos habitados principalmente por indígenas y campesinos pobres, todavía se pensaba que eso era cosa de otros países.

Así pues, este problema doble de la carencia del líquido se debe primero a la falta de inversiones en sistemas de agua como a su mantenimiento inadecuado en el que en promedio, la mitad se pierde por fugas, conexiones ilegales y vandalismo, y en segundo lugar a la irresponsabildiad tanto de empresarios como de autoridades que no se han preocupado o no quieren por hacer valer las normas ambientales o las sanciones respectivas.

También no se puede perder de vista que en este asunto una política subsidiaria hacia el consumo de agua potable, generalmente dirigida hacia personas en una mejor situación económica, discrimina por otra parte a la gente pobre que no está conectada al sistema y que depende de vendedores privados costosos o de fuentes inseguras.

En esta ciudad de Xalapa hubo al inicio de la actual administración municipal el más claro ejemplo de ello, cuando las autoridades habían optado por condonar viejas deudas por el servicio a cambio de –se dijo– "sanear" las finanzas del organismo regulador y proveedor de agua; sólo que los principales beneficiarios iban a ser, en efecto, concesionarios de restaurantes, comerciantes o habitantes de las zonas residenciales y urbanas con mayores posibilidades económicas.

Como sea, el caso es que ya se había advertido en fechas recientes de los primeros e indeseables síntomas de la presencia inexorable del problema global de la escasez de agua y éste apareció ya justo en el patio trasero de la capital veracruzana.

La falta del líquido vital hizo crisis esta semana en la húmeda población de Banderilla, caracterizada, contradictoriamente, por la presencia en sus barrios de nacimientos de agua cristalina que, sin embargo, han dejado de ser convencionales fuentes de abastecimiento gratuito al que todos los pobladores tenían acceso.

Por esta razón, si el asunto de Banderilla no es como para que las autoridades empiecen a tomar providencias sobre ese delicadísimo tema se confirmará que la ausencia de visión de largo plazo de los alcaldes es del mismo tamaño de su miopía y falta de iniciativa para emprender una política mucho más agresiva de protección ambiental, y en el caso de las grandes conurbaciones del estado –que dependen de fuentes de abastecimiento localizadas habitualmente fuera de su ámbito geográfico– de una apresurada búsqueda de alternativas.

Son los casos de Veracruz-Boca del Río que se alimenta sustancialmente del caudal del cada vez más seco y contaminado río Jamapa; o Coatzacoalcos cuya dependencia de los yacimientos ubicados en el serrano municipio del Tatahuicapan le crean problemas políticos muy parecidos a los que vive Xalapa con los habitantes del vecino municipio poblano, quienes permiten el uso de su agua a cambio de obra pública y otras prestaciones.

Como sea, en medio de las peores sequías y elevadas temperaturas, el agua hoy ya es un asunto de prioridad nacional en el que no deben escamotearse esfuerzos de la magnitud que sea para enfrentarlo.

Editorial

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