Otro muerto...
A Javier SiciliaPor Mardonio Carballo
Ocho millones doscientos cuarenta mil huesos. Cuarenta mil corazones que dejaron de latir. Ochenta mil manos. Ochocientos mil dedos. Doscientos mil litros de sangre.
Ochenta mil ojos. Cuarenta mil personas muertas...
Ocho millones doscientos cuarenta mil huesos que ya no son huesos. Huesos que ya no tienen vida. Que no sostienen ningún cuerpo. Huesos que ya no caminan. Huesos sin nombre. Sin hambre. Huesos.
Cuarenta mil corazones que ya no laten más. Ejercicio de imaginación. Tum, tum, tum, tum multiplicado.
Amando. Deseando. Odiando. Viviendo. Cuarenta mil corazones latiendo al mismo tiempo. Tum, tum, tum, tum, tum, cuarenta mil. Se hace ahora el silencio. Sepulcral. Intimidatorio. Indignante.
Ochocientos mil dedos que ya no acarician nada, que no toman nada. Que no pisan nada. Ochocientos mil dedos que dejaron las caricias por hielo. Cuatrocientas mil yemas sin espaldas. Cuatrocientos mil dedos sin zapatos. Cuarenta mil pares de zapatos sin pies ni dedos. Ochenta
mil guantes inservibles, sin esperanza. Ochocientos mil dedos entumidos. Sin respuesta preguntando.
Doscientos mil litros de sangre derramada. Doscientos mil tinturas de la rosa de la vida. Doscientos mil litros de desamparo vertidas en las calles. En los arroyos, en los terrenos baldíos. Doscientos mil litros de preguntas. Doscientos mil... y la vida sigue pero dolorosa. Cuarenta mil personas muertas. O casi. Llegaremos a esa cifra, sin duda. Inevitablemente. Si no paramos nos
iremos muriendo de a poquito. Cuarenta mil muertos son muchos muertos. Con un muerto nos bastaba. Nos hemos muerto de a poquito.
Ochenta mil ojos. Ochenta mil cejas. Miles de pesta El miércoles 6 de abril las calles de México fueron escenario de las protestas. En el extranjero hubo marchas de solidaridad también. Ni un
muerto más, alto a la violencia, revisión y reencauzamiento de la lucha antinarco fueron las exigencias. Javier Sicilia hizo lo propio en Cuernavaca, su lugar de residencia. Había decidido quedarse en plantón frente a las ofrendas a su hijo y los compañeros de éste. Al momento de escribir estas líneas exigía la renuncia del gobernador de Morelos.
No está sólo. Ni lo estuvo. Pero antes de Juan Francisco hubo muchos muertos. Casi cuarenta
mil personas han fallecido durante el sexenio de Felipe Calderón. Somos ya una sociedad en luto. El costo humano es alto.
Ahondar en el tema es necesario. Marcela Turati lo dice mejor en su libro Fuego cruzado, sobre las víctimas atrapadas en la guerra del narcotráfico:
(...)los tanatólogos (...) enseñan que por cada muerte violenta 200 personas resultan afectadas, pues se alteran todos los ambientes en los que el difunto se desarrollaba (...) la sociedad está enferma.
El daño que ocasiona una sola pérdida se nota en la primaria Licenciado Benito Juárez, de Matamoros, Coahuila, donde al menos 40 niños penan por una ausencia.
—¡Litzy Valeria! —vocifera el maestro al frente del salón durante el pase de lista.
—Presenteeeee! —gritan a coro los alumnos de tercero de primaria, en lugar de la compañera ausente, y por la pura mención del nombre, una niña se abraza a su escritorio nerviosa, a otra se le desvanece la sonrisa, pronto varios comenzarán a llorar...
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