”Yo acuso a mister Henry Lane Wilson, embajador de los Estados Unidos en México, ante el honorable criterio del gran pueblo americano, como responsable moral de la muerte de los señores Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, que fueron electos por el pueblo, presidente y vicepresidente de la República Mexicana, en 1911.
“Yo acuso al embajador Wilson de haber echado en la balanza de los destinos de México todo el peso de su influencia como representante del gobierno de Washington, para inclinarla en el sentido de los gobiernos de la fuerza.
“Yo acuso al embajador Wilson de haber mostrado parcialidad en favor de la reacción, desde la primera vez que don Félix Díaz se levantó en armas en Veracruz...
“Yo acuso al embajador Wilson de haber observado una doble conducta; pues una fue su actitud efectiva acerca de los nuevos poderes, y otra la que aparentó ante los señores Madero y Pino Suárez.
“Yo acuso al embajador Wilson de haberse inmiscuido personalmente en la política de México, habiendo contribuido de manera poderosa a la caída de los gobiernos del presidente Díaz y del presidente Madero.”
Este manifiesto pronunciado en la voz inaudita y valiente del diputado Luis Manuel Rojas, fue la voz jalisciense que se irguió tras los crímenes de Francisco y Gustavo Madero, poniendo al descubierto a uno de los grandes responsables de la tragedia, el entonces embajador de Estados Unidos en México, mister Henry Lane Wilson.
No obstante, esto no se recuerda al conmemorar cada 21 de abril, en Veracruz y en todo México, la heroica defensa de los veracruzanos a la patria.
Existe, desde luego, la historia que narra como el águila de la estatua de don Benito Juárez cae de pie tras recibir un balazo, siendo este hecho tomado por un pueblo sediente de creer, necesitado de tener fe, que era una señal para continuar en la lucha que finalmente le daría a nuestro hermoso Veracruz la cuarta H.
Lo cierto es que la ocupación norteamericana efectuada el 21 de abril de 1914, en el puerto de Veracruz, sucede al tratar el contralmirante Fletcher de impedir el arribo del buque alemán Ypiranga, que transportaba armamento destinado a la ignominiosa traición de Victoriano Huerta.
Para lograr su objetivo, Fletcher ordenó el descenso de los marines norteamericanos a las 11:20 horas; mientras los cadetes de la Escuela Naval Militar se lanzaban a la lucha en defensa del puerto, obedeciendo al emotivo grito de ¡Viva México!
Los infantes de marina norteamericanos se apresuraron a ocupar las oficinas de correos, aduanas y telégrafos al amparo de los cañones de sus acorazados, los cuales disparaban impunemente contra el puerto, ya que se carecía de embarcaciones mexicanas capaces de hacerles frente.
La defensa se organizó en los muelles y en las propias instalaciones de la Escuela Naval, donde fue muerto el cadete Virgilio Uribe.
El teniente José Azueta accionaba una ametralladora y alentaba a sus compañeros de batalla, pertrechado tras un poste de luz.
En un acto de valentía se colocó con su arma en el centro de la calle, resultando gravemente herido. Trasladado a una improvisada instalación hospitalaria, en un arranque de patriotismo Azueta rehusó la atención médica que enviaron los norteamericanos, muriendo el 10 de mayo de 1914.
No resultaba fácil entender el arribo a Veracruz de 44 barcos de guerra estadunidenses, sin ningún comunicado, ni declaración de guerra al gobierno mexicano.
¡La patria está en peligro! gritó Andrés Montes, cuenta la historia y fue a morir dejando a su esposa en el último mes de gestación sola y a su primogénito huérfano.
Por la tarde, más tropas norteamericanas desembarcaron por el lado del Malecón de Paseos, pero al intentar avanzar al descubierto fueron blanco fácil para los cadetes, quienes los obligaron a retirarse, reembarcándose en medio de serias bajas, lo que originó que los marines continuaran su avance sobre la Escuela Naval Militar.
Más tarde, la Guarnición de la Plaza se había retirado a Tejería, por lo que los cadetes de la Escuela Naval se retiraron al anochecer. Las tropas federales al mando del General Gustavo Maas se retiraron por órdenes de la Secretaría de Guerra,
Muchos veracruzanos civiles reaccionaron de forma similar y ofrendaron su vida, ahí donde precisamente no estaba amenazada.
Dentro del marco de las anuales conmemoraciones, siempre se omite la verdadera historia, tan vigente actualmente que Estados Unidos sigue introduciendo armas al país y los embajadores siguen siendo entrometidos.
El ataque al puerto comenzó el 21 de abril de 1914, ocupando los edificios más importantes.
Las tropas del comandante militar de la plaza, el general Gustavo Mass, se habían retirado del lugar por mandato del mismo Huerta. A pesar de ello, se integró una defensa por noventa cadetes de la Escuela Naval Militar, 100 soldados de 19º batallón y voluntarios civiles.
No fue hasta noviembre que las fuerzas constitucionalistas del general Heriberto Jara recuperaron la ciudad.
Sin embargo, el grito del diputado maderista Luis Manuel Rojas: “¡Manos fuera de México! ¡Abajo el Pacto de la Embajada!” no sólo logró que aquel funesto embajador saliera del país, sino que se conociera la verdad.
Sobre todo, que se conociera la verdad en Estados Unidos, porque es a la opinión pública norteamericana, a la que se dirige Rojas, para hacer de su conocimiento la complicidad de Henry Lane Wilson en el magnicidio de los hermanos Madero y en la invasión norteamericana del 21 de abril de 1914 a Veracruz.
Debo señalar la cultura del diputado Luis Manuel Rojas, más que su originalidad, porque su Yo Acuso!, es tomado de Zolá, en el sonado caso de Dreyfus, el virtuoso soldado civil de la Revolución.
Sin embargo: “ Haiga sido como haiga sido” fue dardo que dio en el blanco.
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