| Veracruz - .- Imagen del Golfo . |
Nos unimos al dolor del gremio periodístico de Veracruz con la lamentable pérdida de la vida del compañero Miguel Ángel López y los miembros de su familia. Mucho se ha escrito sobre el peligro que entraña en nuestro país ejercer esta actividad informativa. Hemos incorporado el miedo a nuestro quehacer diario hasta habituarnos al terror y la violencia.
Nunca pensaron los periodistas de cualquier lugar del mundo que serían ellos los protagonistas de una noticia relacionada con hechos de sangre. Se aceptaban estas desgracias como corresponsales de guerra, por los peligros que entraña ser testigos de un conflicto bélico.
Pero la muerte en el seno de la casa familiar corresponde a otro tipo de contingencia provocado por la inseguridad que se vive y por ende la directa responsabilidad de los que tienen esta obligación y compromiso de conservar la tranquilidad y la paz.
Diógenes decía y decía bien, que la única razón de conservar la libertad es la de estar dispuesto a morir por ella.
Necesitamos crear en la entidad veracruzana un nuevo periodismo hecho por nosotros mismos y no se puede desarrollar este oficio rezando verdades y los errores que nos legaron otros. Mientras no hagamos una causa común seremos los eternos incapaces de resolver esta problemática de la violencia de acuerdo a la realidad propia.
Defender nuestra libertad de expresión, entendida ésta, como una independencia a la que no basta sólo quererla sino que es necesario saberla ganar. Por ello preferimos una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila.
Muchos medios han recibido amenazas por parte de los grupos delictivos y se vive con crudeza la terrible disyuntiva de cumplir con nuestra tarea de informar o de ocultarla para salvar a los reporteros de una agresión. El hombre es el único ser que se destruye a sí mismo.
La censura pierde a todos aquellos que pretendió servir.
La libertad no sólo hace felices a los hombres, los hace hombres.
Nunca pensaron los periodistas de cualquier lugar del mundo que serían ellos los protagonistas de una noticia relacionada con hechos de sangre. Se aceptaban estas desgracias como corresponsales de guerra, por los peligros que entraña ser testigos de un conflicto bélico.
Pero la muerte en el seno de la casa familiar corresponde a otro tipo de contingencia provocado por la inseguridad que se vive y por ende la directa responsabilidad de los que tienen esta obligación y compromiso de conservar la tranquilidad y la paz.
Diógenes decía y decía bien, que la única razón de conservar la libertad es la de estar dispuesto a morir por ella.
Necesitamos crear en la entidad veracruzana un nuevo periodismo hecho por nosotros mismos y no se puede desarrollar este oficio rezando verdades y los errores que nos legaron otros. Mientras no hagamos una causa común seremos los eternos incapaces de resolver esta problemática de la violencia de acuerdo a la realidad propia.
Defender nuestra libertad de expresión, entendida ésta, como una independencia a la que no basta sólo quererla sino que es necesario saberla ganar. Por ello preferimos una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila.
Muchos medios han recibido amenazas por parte de los grupos delictivos y se vive con crudeza la terrible disyuntiva de cumplir con nuestra tarea de informar o de ocultarla para salvar a los reporteros de una agresión. El hombre es el único ser que se destruye a sí mismo.
La censura pierde a todos aquellos que pretendió servir.
La libertad no sólo hace felices a los hombres, los hace hombres.
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