Pese a que en el momento de escribir esto la concentración en el parque de la Ciutadella de Barcelona de #acampadabcn, #parlamentcamp , está todavía en vivo ya, es fácil distinguir una estrategia efectiva de los poderes establecidos para desprestigiar al movimiento ciudadano. No quiero parecer un sabelotodo, pero es de manual.
Veamos los aconteciomientos:
Desde el movimiento de #acampadabcn se avisa que el día 14 por la tarde y el día 15 se realizará un acto en la sede del Parlament de Catalunya para intentar que los parlamentarios no accedan a la sesión en la que se debatirán y votarán los recortes presupuestarios. La idea es hacer una cadena humana y acampar la noche allí. Por supuesto, una cadena humana nunca ha evitado que un parlamento se pare por mucho tiempo pero es una clásica forma de protesta. Este aviso es público y transparente, así que cualquiera puede saberlo.
Cierran la Ciutadella
Llega el día 14, y al mediodía fuerzas gubernamentales cierran todo el recinto del parque público. Como se puede comprobar siguiendo el enlace anterior, el Parlament es tan sólo una zona del parque y con que la policía hubiera acordonado su acceso inmediato hubiera sido suficiente. Pero no, han cerrado todo el parque a todo visitante y han colocado parejas de policía vigilantes cada cuatro o cinco metros, tal como se aprecia en el vídeo de arriba. Aquí hay gato encerrado.
La tarde del martes 14 de junio de 2011 la gente está todavía más indignada pues le parece excesiva la medida del gobierno, pero la cosa no va a más y la ciudadanía se concentra y hay una protesta pacífica. Pese a ello, la estrategia del poder todavía no es vislumbrada por muchos.
La trampa
Pero cuando llega la mañana del día 15 ya es otra cosa. Las cartas están boca arriba. El mecanismo de difamación y victimismo del poder comienza a funcionar. Las mentiras, falacias y desinformaciones empiezan a aparecer en lo medios, junto a los lameculos del establishment en las redes sociales. Es de destacar el bonito ejemplo de parcialidad gubernamental del programa dels Matins de TV3. La máquina aplastante del discurso oficial hace su efecto: es intolerable que los representantes del pueblo no puedan acceder al Parlament.
Además, hace su entrada la gente contratada para el trabajo sucio. Infiltrados de la policía que se dedican a excitar a unos manifestantes hetereogéneos y en su mayoría jóvenes. Las autoridades deben pensar: “es pan comido“. Y es cierto, consiguen que haya unos pocos actos incívicos puntuales que luego se magnifican y propagan como si fuera el ejemplo normal de la mayoría de concentrados. La gente de buen parecer no puede asociarse con esa gentuza bárbara que ataca a los políticos que lo único que quieren es hacer la función para la que fueron elegidos por la mayoría del pueblo…
Estrategia de manual
El poder no se mantiene por una orden divina que lo haya puesto ahí por los siglos de los siglos. Existe una literatura abundante que le permite actuar de una forma determinada en cada momento. Como por ejemplo el clásico libro Propaganda de Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud. En él se muestra cómo de sencillo es que una minoría adiestrada puede manejar a una mayoría insospechada. A partir de aquí sólo es cuestión de aplicar los fundamentos. Y vaya que sí lo hacen bien.
En este caso, para desprestigiar a un movimiento pacífico hay que demostrar ante la opinión pública que en realidad no es tan pacífico como lo pintan. Para ello, han actuado con estos cuatro sencillos pasos:
- Se ha bloqueado el paso a todo el recinto con la excusa de proteger el Parlament. Ello causa molestias innecesarias al resto de la ciudadanía que no participa en las protestas. Además, en la mañana del 15 han cortado la línea de metro más cercana al lugar, también con esa pretensión. Cuando los trabajadores lleguen tarde al trabajo dirán: “ha sido por culpa de esos indignados.“
- Al cortar el acceso al lugar propuesto de actuación de la protesta pacífica y rodearlo con una excesiva fuerza policial consiguen aumentar el nivel de ilógica de los manifestantes: “¿Qué hacen? Todo esto es innecesario.” Con ello, además, les ha producido un sentimiento de frustración al no poder acanzar su objetivo.
- Al bloquear ellos mismos el paso, pero haciendo ver que es culpa de la protesta, los parlamentarios no pueden acceder por las entradas habituales y el discurso propagandístico habitual exclama: “No se puede impedir entrar en el Parlament a los legítimos representantes.” Las bocas de los políticos se llenan de democracia, manchando su significado, como siempre. Por supuesto, el President Artur Mas, en un acto teatral, accede al recinto en helicóptero y declara: “Es intolerable.” Que les den un Oscar [TM].
- Y con el ambiente caldeado, la secreta hace su aparición y provoca breves actos incívicos que son magnificados en cuanto se realizan contra unos políticos. Por supuesto, empieza a aparecer el discurso de que éstos son actos que desprestigian a todo el movimiento y presionan para que la gente de bien comience a desmarcarse.
Y en esa estamos…
Pues no todos somos corderitos ilusos
El problema de estas estrategias es que están ya muy vistas. Pese a que todavía funcionan en la mayoría de la población cuyo único acceso informativo es el de los propios medios gubernamentales y adyacentes, es también cada vez más la cantidad de ciudadanos que estamos vacunados.
Podemos pensar que es una pequeña derrota y que esta vez se han salido con la suya, pero en realidad no es así. Sólo han demostrado una vez más lo que son capaces de hacer para desprestigiar a un movimiento ciudadano, que tiene razón en su indignación. Estoy seguro de que vamos a ver todavía muchas más estrategias parecidas o peores, sin embargo, las reglas han cambiado. Y han cambiado de una manera que todavía estos señores del poder no pueden ni empezar a comprender: los manuales ya no se imprimen en papel.
En fin, que cómo última cosa, sugeriría por precaución que las acampadas formaran comisiones de jugadores de ajedrez para anticipar las jugadas y estar preparados para situaciones como las de hoy. Una buena prevención siempre será la mejor cura.
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