domingo, 20 de marzo de 2011

La batalla por el petróleo de Libia y la esquizofrenia "occidental"

Francia realizó ayer ataques aéreos para apoyar a los rebeldes en Bengasi (donde un avión de caza, del cual se ignora su nacionalidad, fue derribado). Posteriormente, Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron más de 100 misiles contra objetivos militares en Trípoli. El líder Muammar Kadafi advirtió que las fuerzas extranjeras lamentarán esas acciones Foto Ap

Desde el inicio de la extática revolución del jazmín que impregnó los cuatro rincones del mundo árabe, han sido defenestrados dos sátrapas aliados de Estados Unidos (EU), Gran Bretaña (GB) y Francia en el norte de África (Bin Ali Baba y Hosni Mubarak; este último también adepto de Israel) y se han escenificado en el lapso de una semana dos intervenciones (eufemismos que encubren guerras donde el común denominador se subsume por el control de los hidrocarburos): Bahrein y Libia.

Resulta inconsistentemente insostenible la descabellada propaganda occidental sobre la protección de civiles de Bengasi para implementar la zona de exclusión aérea en toda Libia mediante las operaciones bélicas de Francia, EU y Gran Bretaña –en ese orden secuencial y para citar sólo a tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

Occidente emerge fracturado con la abstención relevante de Alemania respecto a la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, además de la inhibición conspicua del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), ya no se diga la reticencia de Turquía.

¿Por qué Occidente (sin Alemania) no protege entonces a los civiles contestatarios de Bahrein y Yemen, cuyos regímenes son aliados de EU, GB y Francia?

¿Son diferentes los civiles de Bahrein (ver Bajo la Lupa 16/3/11) y Yemen (Bajo la Lupa 2/3/11) a los de Bengasi?

Lorientlejour.com (19/3/11), uno de los rotativos mas pro occidentales del mundo árabe, narra que las autoridades de Bahrein destruyeron la Plaza de la Perla para facilitar el tráfico vehicular. La desacralización es mayúscula: la Plaza de la Perla representa el monumento que se convirtió en el símbolo de la contestación reprimida violentamente (¡súper sic!) por las fuerzas gubernamentales.

¿Que tan violenta deberá ser la represión gubernamental para que valga un operativo bélico de Francia, GB y EU, bajo el resguardo de una resolución del Consejo de Seguridad?

En Occidente el petróleo decide su axiología.

La batalla por Libia no tiene nada que ver con la hipócrita protección de los civiles, lo cual enunciamos en la radio española Prisa en una entrevista con Ángels Barceló en Hora 25 Global (18/3/11).

Si el represor de civiles posee petróleo y es aliado de EU, GB y Francia, pues tan sencillo como esconder la cabeza como avestruz.

Al contrario, si el represor es una potencia petrolera volátil, como Libia, en sus relaciones sado-masoquistas con Occidente (no olvidar las excelentes relaciones del coronel Kadafi con el ex primer británico Tony Blair y con el mismo Sarkozy, sobre las que podemos redactar una truculenta enciclopedia), entonces, se invoca selectivamente la salvación del género humano en Bengasi.

El mismo día que se aprobaba la Resolución 1973 para detener el sitio de Bengasi por las tribus leales al coronel Kadafi, otro sátrapa, Abdalá Saleh, con más de 30 años en el poder y gran aliado de EU en contra de Al Qaeda, realizaba una carnicería (¡súper sic!) en Saná (lorientlejour.com19/3/11).

Bahrein y Yemen, dos aliados de EU (por extensión, de GB y Francia), y cuyos déspotas tienen licencia para asesinar a sus opositores pacifistas, han decretado el estado de emergencia.

Andrew North de BBC News (18/3/11) –una televisora gubernamental de GB, vale recordar– pregunta cándidamente: ¿Por qué EU apoya el uso de la fuerza en Libia, pero no en Bahrein ni en Yemen?

North insiste obsesivamente: ¿Cuál es la diferencia entre Libia y Yemen o Bahrein? Los tres estados han usado la violencia para aplastar las protestas pro democracia.

Finalmente, se responde: en un nivel la respuesta es obvia (¡súper sic!) Bahrein y Yemen son aliados de EU, especialmente Bahrein, con su amplia base naval estadunidense. Libia no lo es ¡Que hallazgo!

Asevera que Arabia Saudita –furiosa por la defenestración de Mubarak, pero todavía gran aliada de EU– ha impuesto una línea roja sunnita en Bahrein.

Concluye North con una apreciación de Marina Ottaway, directora del programa sobre Medio Oriente del Carnegie Endowment for International Peace: Al final, los intereses vienen primero. Para EU la estabilidad en los países petroleros aliados ahora parece (sic) cortar la esperanza de sus movimientos contestatarios. ¿Podrán? ¿Hasta cuándo?

Ya que existen líneas rojas sunnitas en ciertas subregiones de Medio Oriente, ¿Habrá también, en la óptica estadunidense, equivalentes de líneas rojas chiítas?

Mas allá de la palmaria esquizofrenia que expone dos pesas y dos medidas frente al mismo fenómeno contestatario, cuando la situación en el mundo árabe es sumamente precaria y excesivamente fluida, Occidente optó por repetir sus trágicos errores tanto en los Balcanes (v.gr Srebrenica) como en Irak, con sus disfuncionales zonas de exclusión aérea y decidió tomar partido en contra de las tribus de Trípoli y en favor de las tribus de Bengasi (donde se encuentra la mayor cantidad de los hidrocarburos de Libia, según la cartografía francesa de Le Monde 19/3/11).

Cabe destacar que Libia es un país cuya rivalidad entre sus dos polos históricos de poder es explotada por Occidente: Tripolitania (capital Trípoli) y Cirenaica (capital Bengasi).

En la fase del caos inherente a la transición del incipiente orden multipolar, Occidente no cuenta con Alemania, que se ha acercado más a Rusia y a China, mientras se aleja de la impetuosidad legendaria de Nicolas Sarkozy, de la eterna perfidia británica de David Cameron y de la notable inconsistencia de Obama, quien se debate dramáticamente entre el viejo orden del poder duro militar y el poder blando del siglo XXI, cuando EU se encuentra empantanado en Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen y hasta en la transfrontera con México (con sus letales drones).

En una redición del entendimiento cordial (Entente cordiale) franco-británico reminiscente del anacrónico colonialismo decimonónico, ¿Sarkozy y Cameron le forzaron la mano a Obama, quien lanzó la orden de disparar sus misiles durante el inicio en Brasil de su gira mercantilista a Latinoamérica?

El costo aventurero de la fractura occidental por Libia puede ser enorme.

Steve Clemons, muy consultado jefe de política exterior de New America Foundation, quien suele ser amigable con Obama, revela que la Casa Blanca vuela sin estrategia y que tenemos ahora una presidencia reactiva (sic) y no una que sea estratégica (The Foreign Policiy 18/3/11).

Los problemas del siglo XXI no se resuelven con cañoneros reflejos condicionados de las decadentes potencias coloniales. Son tiempos de prudencia y de ajuste realista, no de fugas hacia delante.

El avispero de Libia, sea cual fuere su desenlace, que no parece halagüeño para nadie, es apenas el prólogo de un voluminoso libro que está por escribirse en el mundo árabe, pero también en toda África, donde se celebrarán numerosas elecciones este año que pueden despertar los demonios legados por el colonialismo.

¿Tendrán aviones y pilotos suficientes Francia, GB y EU para imponer zonas de exclusión aérea –es decir, el modelo libio– en los 22 países árabes o en los 57 países de la Organización de la Conferencia Islámica o en los 53 países de Unión Africana?

Alea jacta est: la moneda está en el aire.

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