La fiesta regresó ayer a las calles de Río de Janeiro, Brasil, cuando miles de personas se volcaron a ver o participar en los populares desfiles de carnaval Foto Reuters
Como el tango, el samba no era decente: música barata, cosa de negros.En 1917, el mismo año en que Gardel abrió la puerta grande para que el tango entrara, ocurrió la primera explosión del samba en el carnaval de Río deJaneiro. Esa noche, que duró años, cantaron los mudos y danzaron los faroles delas esquinas.No mucho después, el samba viajó a París. Y París enloqueció. Era irresistible esa música donde se encontraban todas las músicas de una nación prodigiosamente musical. Pero al gobierno brasileño, que por entonces no aceptaba negros en la selección nacional de fútbol, esa bendición europea no le cayó nada bien. Eran músicos negros los más famosos, y se corría el peligro de que Europa creyera que Brasil estaba en África.
El más músico de esos músicos, Pixinguinha, maestro de la flauta y el saxo, había creado un estilo inconfundible. Los franceses nunca habían escuchado nada igual. Más que tocar, jugaba. Y jugando invitaba a jugar.
Espejos
Eduardo Galeano
Eduardo Galeano
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