jueves, 21 de marzo de 2013

JUAREZ: Que la ciencia os esfuerce, que el arte os consuele, que la patria os bendiga!

Entonces fue cuando Guillermo Prieto, infundiendo en la frase toda la fuerza vital de su infinito anhelo, gritaba: ” De pie, señor, de pie!” y a ese grito poderoso como un conjuro, se hizo el milagro: el muerto sacudió el sudario, y se puso de pie en la conciencia nacional!…

El hombre, al morir, retoña en su descendencia, y sus obras no se pierden en la incesante elaboración de la historia. ..EI hombre dura mientras dura su esfuerzo, por eso son inmortales los que trabajan por la libertad. Las naciones deben sus energías más a los muertos que a los vivos. EI polvo que piensa no vuelve al polvo. La idea es fuerza de incalculables resultados: penetra, se difunde, se transforma eternamente, es el espíritu de que habla Goethe, “tejiendo en los talleres del tiempo el ropaje viviente de la divinidad.”
T oda palabra fecundiza, toda predicación deja su semen en el surco. Los libros de los enciclopedistas se convirtieron en la sangre de la revolución burguesa; los libros de los pensadores modernos serán la sangre de la revolución obrera. Renán dice bien cuando dice:”puede la iglesia anatematizar a Voltaire, puede la influenciada y temerosa mano de la madre quitarlo de tu biblioteca…. de ti no lo arrancaran jamás, porque Voltaire eres tu mismo!” La idea en actividad atraviesa la historia en una serie de encarnaciones diversas: Hidalgo, con el tiempo se llamara Juárez; el Pensador Mexicano aparecerá un día en la Academia de Letrán con las acciones cobrizas del Nigromante, y la mirada de lumbre de Morelos fulgurará de nuevo en los anteojos del general Zaragoza!..

La revolución Francesa, se dice, es un hecho universal; la Reforma mexicana es un hecho local. No comprendo la historia con tan mezquina filosofía, E I progreso no se mutila. Todo esta encadenado, todo tiene su ley. EI movimiento de un astro coopera  a la armonía del universo; el movimiento de un pueblo coopera, la armonía de la humanidad…Sobre)todas las patrias esta la gran patria, la naturaleza infinita. Todos ·tenemos la obligación de darle nuestras actividades para fecundarla, todos tenemos derecho a los brotes de sus entrañas. ..
Pues bien, Benito Juárez es, ante todo, mexicano: las grandezas de su carácter son las grandezas del carácter de su raza, realzadas en el como una concreción y como una síntesis; pero sobre todo, es un miembro de la humanidad, una figura de primer orden entre las grandes figuras de la historia, caudillo, héroe -tomo estas pal abras en su significación épica-> de los que se ha dicho, en intencionada frase, que no tienen patria, porque sus actos son como gotas de sangre que circulan en el organismo entero de la humanidad, nutriéndolo de vida y floreciéndolo de amor…

En una sala, apenas alumbrada por las agonizantes luces del crepúsculo, y en la triste penumbra del fondo, estaban sentados Juárez, Iglesias, _Lerdo, Prieto…. ya dispuestos a salir rumbo al Norte, pues de un momento a otro se escucharía en las calles de la ciudad el redoble de las avanzadas francesas. Todo, como esa sala, estaba triste; algo muy querido parecía acompañar en su agonía al  crepúsculo.. .. La cara de Juárez tenia la impasibilidad dura de una mascara de bronce. Las tormentas de su alma no relampagueaban en sus ojos. No estaba cansado; no sufría. Se hablo de la situación del país: el Sr. Lerdo diserto sobre derecho internacional, como siempre, admirablemente te; Guillermo Prieto dijo algún chis te, como siempre, delicioso.
La atmosfera estaba saturada de angustia. Aquellos hombres espectrales no se movían, no se iban, no huían! Juárez dijo a sus visitantes: “Aun hay tiempo de fumar un cigarro; nada esta perdido; creo poder volver dentro de cinco os a colocar la bandera en el Palacio Nacional. ¡Cinco años! No paso uno, y la bandera ondulaba en la capital de la República, a los soplos de la libertad!

De manera que ese hombre, sin dinero, sin ejercito, en los limites de su país, cuando nadie creía en el, excepto el mismo, pensaba resistir cinco años mas! Con una perspectiva así de negra, así de vacía, desdeñaba el puñal que le ofreciera la tentadora sombra de Catón! No, no tiene razón el Nigromante, no fue sublime el suicidio del romano, porque aun algo le quedaba que hacer por la República, sufrir y esperar; no fue sublime porque perdió la fe, porque dudó de su alma. Juárez es mas grande: derrotado por el destino, todavía pedía cinco años de infortunios para vencer al destino! Bien se conoce que la hoguera de Cuauhtemoc iluminaba su conciencia!
Nadie creía en el, triste verdad! Era el día sagrado, el 15 de Septiembre. El General Brincourt ocupaba Chihuahua. Al derredor de la humilde pirámide que levanto el cariño popular sobre los restos de Hidalgo, se cometía un sacrilegio: los franceses y los traidores celebraban la independencia de nuestro suelo! En cambio, algunos buenos patriotas organizaron en la capilla de la Parroquia una misa de Duelo, y allí fueron con sus hijos las madres enlutadas a llorar la muerte de la patria, a enterrarla para siempre….
Juárez! Juárez no volvería, imposible! Y no solo en las lejanas fronteras, no solo en la pobre parroquia de mi pueblo, sino en toda la extensión del país, hubo un abrazo impío de conquistadores y traidores, y una misa de duelo de todas las madres y de todos los hijos, bajo la negra, bajo la infinita soledad del cielo! Juárez! oh, Juárez no volvería, imposible! Juárez volvió Ah, Señor! si ese hombre, que tuvo que combatir no solo a franceses, no solo a los traidores, no solo al clero, sino también el escepticismo del pueblo, y que venció no solo a los Franceses, no solo a los traidores, no solo al clero, sino también el escepticismo del pueblo, no figurara en la historia de la humanidad, no fuera una gloria universal, tendríamos derecho al mal , ala destrucción, al suicidio, arrojando nuestros fastos y nuestras virtudes y nuestros pensamientos y nuestros ideales y nuestras almas, a la combustión satánica de un infierno devorante y de una muerte ignominiosa; Benito Juárez no es el Benemérito de las Américas, es Benemérito del mundo entero!

Y hoy que hemos perdido la fe en las quimeras del jacobinismo, pero que la tenemos cada vez mayor en las verdades de la ciencia; hoy que ya no nos exalta la raudalosa elocuencia dantoniana, arrastrando en su furia mantos desgarrados y cetros rotos, pero nos entusiasma la serena voz de la filosofía que deposita limo fecundo en las almas…hoy que no creernos en la utópica democracia del “Contrato Social,” idealmente bella, como un dialogo platónico, trazada a maravilla con la armonía matemática de los silogismos, pero falsa de toda falsedad; hoy, por ultimo, que vemos evaporarse en el horizonte las ultimas humaredas de la Convención, devorada por sus propias llamas, estamos en aptitud de comprender la personalidad real del señor Juárez…

A la juventud toca tarea tan meritoria. Que mejor homenaje podéis rendir al muerto ilustre, que hacerlo vivir incesantemente, con todo amor, en vuestras meditaciones y en vuestros estudios? Os lo disputan dos bandos enemigos: el Clero y la Jacobinería. Uno proviene de Jerusalem primero y de Roma después, de la ciudad pontifical y hierática, autoritaria y solemne, llena de ascetas con callosidades en las rodillas y laminas de oro en las frentes…
Si el Clero niega a Juárez, la Jacobinería lo deforma, porque lo hace objeto de un fanatismo, colocándolo como santo del calendario demagógico. Cisma, intransigencia, odio, guillotina, parlamentos-clubs llenos de humos de pipas y de vociferaciones. ..
-No, no puede ser de ellos el señor Juárez. EI hombre que castigo todos los abusos para defender todos los derechos, el hombre que castigo todos los privilegios para defender todas las garantías, el hombre que castigo todas las opresiones para defender todas las libertades, no es un cismático, no es un sectario, no es un intransigente, es  un Reformador.
La base de su obra es esencialmente económica: el fin de su obra es esencialmente moral. Fue un hombre de paz, fue un hombre de amor, fue un hombre de progreso.

Defended bizarramente la figura de Juárez, dando actos heroicos ala fama clamorosa, defendedla en nombre del arte, en nombre de la ciencia, de todas las verdades conquistadas, en nombre de los que ostentan cicatrices resplandecientes, en nombre de los que llevan al costado una lira:-madre de la estrofa que se desbarata en colores, en lagrimas o en cóleras,- en nombre de la patria que nos concreta, en nombre de la humanidad que nos contiene, y viriles, fuertes, invencibles. Como hacen los héroes de la Ilíada con los caudillos rotos en la brega, cubrid y proteged la figura de Juárez con una muralla circular de clavas resonantes…
No queremos apagarnos en la historia. Recoged en el corazón  la constancia y la gloria de los magnánimos que hicieron la Reforma…
Que la ciencia os esfuerce, que el arte os consuele, que la patria os bendiga!


Pronunciado por el Sr. Lic. Jesús Urueta en la Velada organizada por los estudiantes de Jurisprudencia en honor de Juárez, la noche del18 de Julio de 1901 en el Teatro del Renacimiento.

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