México, en el Top 10 de la plutocracia mundial
El 18 de marzo de este 2014 no
es otro aniversario más de la expropiación petrolera decretada por el
general Cárdenas en 1938. Esta vez se trata de la celebración de la ex
expropiación. El gobierno de Peña Nieto logró lo que parecía imposible:
cambiar la Constitución para que el patrimonio petrolero sea compartido
con empresas particulares, tanto nacionales como extranjeras. Es una
nueva expropiación, pero al revés de la que decretó el general Cárdenas.
Contó con el apoyo del Pacto por México, donde el PAN pudo realizar un
viejo sueño, mientras la chuchada del PRD cometió una traición
histórica. También habrá que contar entre los apoyos a Peña Nieto la
falta de arrestos de Cuauhtémoc Cárdenas para defender la herencia de su
padre. La ceremonia de hoy tampoco será un acto meramente protocolario
en que repetirán los discursos floridos de siempre. Esta fecha llega
acompañada de un anuncio de Pemex en el sentido de que comenzará a
importar petróleo crudo de diversos mercados –aunque la cercanía de
Estados Unidos lo convierte en el proveedor potencial preferente. El
único obstáculo no es mexicano, sino estadunidense. Hay una ley en el
país del norte que prohíbe exportarlo, sin embargo, el poderoso lobby de
la industria está muy activo tratando de levantar tal prohibición,
ahora que hay una creciente producción gracias al petróleo shale.
La celebración de la ex expropiación petrolera será en el complejo
petroquímico de Cosoleacaque, Veracruz. Ahí podrá ser visto en el
presídium el ‘‘amigo’’ Carlos Romero Deschamps. Habrá un invitado
especial, intangible pero de sensible presencia: Oceanografía, el primer
gran fraude postreforma.
Cuatificación de la economía
La privatización del petróleo, que hasta el año pasado
fuera patrimonio exclusivo de la nación, es un filón de oro negro que
generará nuevos magnates. La revista británica The Economist hace eco del libro Plutócratas,
de Chrystia Freeland, para ilustrar los mecanismos de la plutocracia de
nuestros tiempos –ese 1% de la población– para adueñarse de la mayor
parte de la riqueza de la Tierra. En realidad, no es tan complicado. Es
un proceso de cuatificación, de aprovechar a los cuates
para hacer negocios. ‘‘Muchos de los magnates de hoy día han sido
acusados de hacer sus fortunas acaparando una rebanada más grande del
pastel en lugar de ayudar a hacer el pastel más grande’’, dice la
revista británica… Cabildean e instalan lobbys para que las
reglas o las leyes los beneficien a expensas de los competidores y de
los clientes. ¿Nos resulta algo conocido este fenómeno en México? ¿No
fue cambiado el texto constitucional para beneficiar a los nuevos
detentadores de la riqueza petrolera –los cuates de la clase política, y a la misma clase política? México tiene ya un camino recorrido en este terreno. Forma parte del Top 10 de la plutocracia mundial; ocupa el lugar número 7 (ver gráfica). The Economist
explica que esto se debe principalmente a Carlos Slim, cuyas compañías
Telcel y Telmex controlan 75 por ciento de las líneas fijas y móviles
del país. Habría que agregar a otros monopolios y oligopolios: Televisa,
la industria del pan, el cemento, la cerveza, los refrescos… y al pripanperredismo.
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