96 años después, la dinastía de los Aguilar, de Córdoba, siguen en el poder.
Si el 28 de mayo de 1914, el general Cándido Aguilar, fue convertido en gobernador (a los 55 años de edad) a través de un simple telegrama enviado por su suegro, Venustiano Carranza, en el 2010, dos de sus sobrinos bisnietos, están encaramados en el poder político.
El primero, Marco Antonio Aguilar Yunes, quien en el Fidelismo llegó a subprocurador de Justicia y con el gobernador electo, su compadre, acaricia la Procuraduría, y más, porque en la infancia jugó a las canicas con Javier Duarte y hace un mes el sucesor de Fidel Herrera Beltrán le bautizó a su hija en la finca de su padre, Juan Felipe Aguilar de la Llave, ‘‘El Johnny’’, el primer secretario de Comunicaciones del Fidelismo.
Y el segundo, Oliver Aguilar Yunes, quien de regidor en el Ayuntamiento jarocho pasó a la candidatura a diputado local y perdió y fue premiado, no obstante, con la presidencia del PRI municipal.
En la segunda década del siglo pasado, el general Cándido Aguilar asestó un golpe de suerte al casarse con una hija de Venustiano Carranza.
Nacido el 23 de febrero de 1859, en una ranchería de Córdoba, Cándido Aguilar fue un devoto de Ricardo Flores Magón, el periodista más fregón en la historia del país, y del general Lázaro Cárdenas del Río, para quien los campesinos y los indígenas estaban primero.
Gobernador de Veracruz y secretario de Relaciones Exteriores con Carranza, senador y diputado federal, Cándido Aguilar se incorporó a la lucha titánica de Francisco I. Madero por la democracia en contra de Porfirio Díaz.
Al llegar al poder en Veracruz, nombró secretario General de Gobierno al general Heriberto Jara, quien luego ocuparía la silla principal de palacio y pasaría a la secretaría de Guerra, cuando inventara aquel famoso barco construido en México y que al zarpar... se hundió para siempre en el Golfo de México.
EL PARIENTE INCÓMODO
En un México convulsionado, Cándido Aguilar paseó la sede de la gubernatura, iniciando en Tuxpan, siguiendo en las congregaciones de Santa Fe, Santa Rosa y Tejería, y luego hasta en Soledad de Doblado, para terminar en Xalapa, según narra el historiador Ricardo Corzo Ramírez en su biografía.
Venustiano Carranza de huída, controló y pacificó Veracruz para aclamar a su suegro en Córdoba, donde Carranza (no robó pero dejó robar a todo el gabinete) primero estableció la sede del Poder Federal que luego trasladaría al puerto jarocho, en el viejo edificio de Faros, y de donde en las tardes salía a montar a caballo en Playa Norte, donde, de paso, al trote de los caballos, dictara las leyes agraria y de imprenta a su secretario particular.
Desde entonces, las diferentes generaciones de los Aguilar se han mantenido en el poder.
Quizá uno de los más notorios de ellos fue Silvestre Aguilar Morás, cuyo apodo, ‘‘El pinolillo’’, por su parecido con el bicho, travieso y chiquito, fue más relevante que su nombre.
Y es que Silvestre Aguilar, sobrino del general Cándido, fue siempre un político automático, pues apenas llegaba a un puesto pensaba en el siguiente.
Así, dejaba de ser jefe de Hacienda local para convertirse en presidente municipal de Córdoba y luego pasaba a una curul en el Congreso local, una y otra y otra y otra vez.
Nunca, pues, estuvo fuera del poder, porque estarlo significa, como afirmaba uno de los contemporáneos del general Cándido Aguilar, el tuxpeño, César ‘‘Tlacuache’’ Garizurieta (1905-1961), vivir en el error, y el día en que lo excluyeron mejor se pegó un tiro.
En la dinastía de los Aguilar, no obstante, y como sucede en la mayor parte de las familias políticas, siempre existe un pariente incómodo.
El general Cándido Aguilar lo tuvo en otro sobrino, Héctor Aguilar Moras, alias ‘‘El copete’’, hermano de Silvestre, dueño de un rancho en Córdoba, Paso de la Milpa, con grandes debilidades etilícas y carnales, y de acuerdo con el historiador, cada vez que agarraba la jarra, aterrizaba en el mejor prostíbulo de la ciudad, de nombre ‘‘Amparo’’, equivalente a la casa de citas, ‘‘La escondida’’, en el puerto jarocho, donde la chica más vieja tenía 25 años y la más joven apenas 19, de tal modo que el antro semejaba un paraíso en la tierra.
Incluso, las muchachas de doña Amparo salían a pasear en el centro de Córdoba, trepadas en un automóvil convertible, propiedad de José José, quien sobrino de la doña iniciaba como cantante en la ciudad de México y con frecuencia bajaba a provincia.
Y allí, y en estado de ebriedad llegaba ‘‘El copete’’ con sus amigos, compraban los servicios de varias trabajadoras sexuales y se las llevaban al rancho, donde apenas llegaban, el sobrino del general Cándido Aguilar les ordenaba desvestirse y correr desnudas en el patio, agarrándolas con su pistola como tiro al blanco ante las risas y carcajadas borrachas (en tercero y cuarto) de los compinches.
DINASTÍA DE ABOLENGO
Salvo que el reportero se haya enredado con los datos, el general Cándido Aguilar casó con una hija del general Venustiano Carranza y por eso, y otras razones militares en un México agitado en que todo se resolvía con asesinatos, ingresó al primer círculo del poder federal.
Un hermano del general Cándido se llamaba Silvestre, padre de Silvestre Aguilar Vargas, quien fuera diputado federal en el Congreso Constituyente.
Silvestre Aguilar Vargas tuvo un hijo, de nombre, Juan Aguilar Cruz, quien a su vez fuera padre de Juan Felipe Aguilar, el papá de Marco Antonio y Oliver Aguilar Yunes, los que, hasta donde se entiende, formarán parte del gabinete del gobernador electo.
El general tuvo dos sobrinos famosos en la región de Córdoba.
El primero, Silvestre Aguilar Morás, alias ‘‘El pinolillo’’, que fuera dos veces presidente municipal, diputado local y federal y jefe de la oficina de Hacienda, y quien siempre estuviera trepado en el poder al cobijo de Miguel Alemán Valdés, gobernador de Veracruz a los 33 años de edad, el político más joven en llegar al poder en la historia local, y ex presidente de la república (1946-1952).
Incluso, con Alemán Valdés inicia una nueva generación en el poder denominada ‘‘Los cachorros de la revolución’’, además, porque aquella clase política se encumbró en materia económica para sepultar así el pasado (una inestable y azarosa vida social) del ex gobernador y ex presidente, cuya familia fabricaba jabón para vender en el pueblo de Sayula y cuya madre, Tomasa Valdés Ledesma, atendía un estanquillo cuando vivieran en Coatzacoalcos para ayudar al gasto familiar.
Un carnal de Silvestre, Héctor, mejor conocido como ‘‘El copete’’, pasó a la historia como el hermano incómodo, el pariente atrabilario, por su flaqueza ante las tentaciones de la carne en el prostíbulo ‘‘Amparo’’, de Córdoba.
Otros familiares del general Cándido en el poder fueron Hesiquio Aguilar de la Parra, cuya figura creciera a la sombra del Alemanismo padre, y Hesiquio Aguilar, ‘‘El chiquis’’, representante del gobierno de Agustín Acosta Lagunes en la ciudad de México y una de cuyas hijas está a punto de contraer nupcias (y/o ya se casó) con un hijo de Alfredo del Mazo, ex gobernador del estado de México, ex secretario de Energía con Miguel de la Madrid, y aun cuando fuera el hijo putativo del presidente quedó como un precandidato presidencial fallido. NOTA RELATIVA
El favorito para la Procu
De acuerdo con el antecedente, el góber electo habrá de enviar una terna al Congreso local, donde hay 29 diputados priistas, para elegir al Procurador de Justicia.
En el 2004, Fidel Herrera Beltrán cumplió con la ley y propuso a varios, perfilando a Salvador Mikel Rivera, quien fuera subsecretario y secretario General de Gobierno con Patricio Chirinos Calero, y quien excluyera de sus afectos a Fidel por intrigas de Miguel Ángel Yunes Linares.
Pero el Congreso vetó a Mikel y en su lugar fue nombrado Emeterio López Márquez, quien había fungido como presidente del Instituto Electoral de Veracruz, que avalara la elección de Fidel debido a que el ex panista, y ahora neopriista, Gerardo Buganza Salmerón, impugnó los comicios, asesorado por Yunes.
A la salida de López Márquez de la Procu, Mikel Rivera, por fin, correspondió impartir justicia en el Fidelismo, que terminará con 9 periodistas asesinados en el transcurso del sexenio, y un reportero desaparecido, como es Evaristo Ortega, originario de Colipa, donde fue levantado, afirma la Comisión Estatal de Derechos Humanos, por haber estado en el lugar inoportuno en el momento indebido.
Ahora, las versiones indican que el góber electo propondrá en la lista a Marco Antonio Aguilar Yunes, su compadre y amigo de la infancia, y los otros dos de la terna, serán de relleno.
Algunos columnistas han filtrado que el convergente Alejandro Gertz Manero, diputado federal, es el preferido del góber electo, pero, primero, pareciera un cabildeo mediático para medir el agua a los tamales y evaluar las reacciones, y segundo, da la impresión de ser un ‘‘borrego’’.
También han mencionado a Ignacio Rey Morales Lechuga, el exitoso notario público de la ciudad de México, subsecretario y secretario General de Gobierno con Agustín Acosta Lagunes y procurador de Justicia del Distrito Federal y de la nación con el presidente Carlos Salinas de Gortari y exiliado en Francia como embajador a partir, según trascendió en su oportunidad, de una intriga de Patricio Chirinos.
Todo indica que Marco Antonio Aguilar Yunes es el favorito, pues cuando el poder político se comparte se comparte con los amigos y luego con los amigos capaces, pues ni modo que, salvo excepciones, se suscriban alianzas con los enemigos.
NOTA RELATIVA
Herencias familiares
En el Veracruz de 2010, los siguientes son algunos, excepcionales casos de las elites familiares en el poder político.
1. El ascenso de Américo Zúñiga, quien de secretario de Trabajo ha pasado a diputado local electo, hijo del profesor Guillermo Zúñiga Martínez, alcalde de Xalapa, líder del PRI, diputado, secretario de Educación y director de Enseñanza Media, y quien enseñara oratoria a Fidel Herrera Beltrán en los jardínes del Seguro Social cuando estudiaba los primeros años de la carrera de Leyes en la Universidad Veracruzana.
2. Miguel y Fernando Yunes Márquez, hijos de Miguel Angel Yunes Linares, quien durante el priismo fuera diputado local y federal, director de Patrimonio, líder estatal de la CNOP, secretario General de Gobierno y presidente del CDE del PRI, y en el panismo llegara a vocal ejecutivo de Seguridad, director del Issste y (fallido) candidato a gobernador.
3. Antonio Ferrari Cazarín, subsecretario de Finanzas y Planeación, hijo del odontólogo Ramón Ferrari Pardiño, alcalde de Boca del Río, diputado federal, secretario de Desarrollo Agropecuario y uno de los operadores del góber electo.
4. Erick Lagos, diputado local, uno de los secretarios auxiliares de Fidel Herrera y perfilado como subsecretario de Gobierno con Javier Duarte, sobrino de Silvio Lagos Martínez, diputado local, director de Turismo, director de la Junta local de Caminos y notario público por dedazo.
Nadie en el Veracruz de hoy parece tener el abolengo y la prosapia de los Aguilar Yunes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario