Estábamos apoltronados un buen día, tomando café de talega, espantándonos los bobitos y recordando las comidas de las mamás y las abuelas, las tortillas de harina, los frijoles maniados y chinitos de manteca, la gallinapinta, el cocido y por supuesto la machaca. Las carnes asadas con nada más que con sal y en carbón de mezquite de a de veras. Discutiendo, cuáles eran los mejores dogos: los de la Uni en Hermosillo, la Náinari en Obregón o la Pesqueira en Navojoa.
Presumíamos, como todo buen sonorense, de las tres cosas de las que mejor nos sale presumir: la buena carne, las mujeres hermosas y el pinchi calorón y recordábamos con cariño los atardeceres y semanasantas en San Carlos, Kino, la San José y Huatabampito y las polvaderonas de Huatabampo.
Añorábamos también las tardes cuando buquis matando cachoras y huicos con el tirador y el tirabichis, o recordando cuando nos íbamos a chirotear enque’l Chicho o el Tomás y nos rompíamos el hocico por un par de catotas que terminábamos regalándole al más morro; agarrábamos cigarrones para amarrarlos con hilo y traerlos de papalote; corríamos como locos después de tumbar las bitacheras de los tabachines; seguíamos a los fariseos para arremedarlos y tirarles huachaporis.
Nos divertíamos entonces y nos divertimos ahora recopilando tantas y tantas palabras en esta obra que esperamos te arranque al menos una pequeña sonrisa y te haga, como a nosotros, recordar siempre a nuestra Sonora querida.
Ayer andando en la huapangueada, me encantó un Tamalinismo pronunciado por una persona:
"...Se volvió a ir la luz, ju! dizque se fué la luz, ju..."
No encontré mucho del origen de la expresión ju, pero podría venir del híjuela o del íjuezu...
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