Gabriel Deantes y Edgar Espinoso fueron protegidos por Javidú al solo
despedirlos, sin pedir sanción por el dineral que se robaron
Enriquecidos escandalosamente, Gabriel Deantes Ramos y Edgar
Spinoso Carrera pudieron pasar por el pantano en que está convertido el
gobierno de Veracruz, atesorar poder, hacer e incrementar fortuna e irse
cubiertos por el manto de la impunidad. Les bastó tener un cómplice:
Javier Duarte de Ochoa.
Uno y otro, inútiles para el servicio público, leales a la corrupción, tuvieron encomiendas infames: comprar a la oposición para fracturar la alianza PAN-PRD en los comicios locales de 2013, y realizar negocios multimillonarios a los que, por supuesto, no es ajeno el gobernador.
Señalados, imputados, acusados de pillos y rufianes, Deantes y Spinoso pudieron tener una suerte agria de no ser porque en lo más álgido de la discusión pública, fueron tácitamente exonerados de culpa con una frase insólita de Duarte: “No hay ninguna investigación. Lo que hay es un proceso de entrega-recepción y en el caso de que se encuentren algunas anomalías tendrán que responder ante las instancias correspondientes”.
Deantes dejó la Subsecretaría de Ingresos en Finanzas y Planeación, entre gritos de desleal y ladrón, hasta de la prensa duartista, omiso ante el derroche de recursos federalizados consignados en el informe de la Auditoría Superior de la Federación.
Spinoso se fue de la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz, implicado en desvíos financieros con recursos también federales, embustes y mentiras que tensaron la relación con la disidencia del sindicato magisterial, y la sombra de la corrupción.
Fueron los alfiles del gordobés en operaciones turbias y componendas políticas, negocios insanos, nada que desconociera Javier Duarte, nada que se hiciera al margen de él.
Antiguo vendedor de celulares en su natal Tamaulipas, primo de Alberto Silva Ramos, ex alcalde de Tuxpan y encarcelador de periodistas, el ex favorito de la sucesión, el Cisne tuitero, Gabriel Deantes Ramos no se distinguió por su habilidad para hacer negocios sino por su falta de escrúpulos para materializarlos. Corría cualquier riesgo, exponía el pellejo y sabía salpicar… o servir de prestanombre.
Cuentan quienes lo vieron activo, hiperactivo, que en 2013, junto con Erick Lagos Hernández, hoy secretario de Gobierno, entonces líder del PRI estatal, iba y venía por todo Veracruz con la maleta en las manos. Visitaba dirigentes perredistas, alcaldes perredistas, caciques perredistas. Su encomienda era comprar a quien se quisiera vender. Y tuvo clientela.
De la Secretaría de Finanzas salieron miles de millones de pesos para mantener dividido al PRD. Y Deantes gozaba de manga ancha y el beneplácito del gobernador; lo que fuera, al precio que fuera, con cargo al erario de Veracruz.
De aquellos periplos, sensibles los perredistas a la vendimia, se obtuvo un rendimiento político: la división del PRD, con dos consejos estatales, con dos líderes, todos en el ajo, creando las condiciones para que el Tribunal Electoral de Poder Judicial de Veracruz declarara inválida la alianza PAN-PRD, sustentando la negativa del consejo espurio a jugar con el PAN.
Sabida por todos, priístas y no priístas, la historia refiere que esa treta fue fraguada por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, financiada con recursos federales por Javier Duarte y operada por Erick Lagos y Gabriel Deantes, hasta pulverizar a la oposición, ganar el Congreso y las principales alcaldías de Veracruz.
No todo fue a dar a manos de la oposición. Fidelistas natos, obviamente una parte de los recursos, pagados en efectivo para no dejar huella, quedaron en sus manos.
Edgar Spinoso, por su parte, ya era rico cuando nació, pero el duartismo lo llevó a las nubes. Hijo de César Spinoso Foglia y sobrino de Roque, fundador de la Unión Nacional de Productores de Caña, asesinado en 1984, pudo gozar de una fortuna que muchos ansían, según describe la periodista Silva Núñez Hernández, autora de la columna Fuera de Foco.
Spinoso es un especie de bufón en la corte duartista, junto al trovador del istmo, Fernando Charleston Hernández, secretario de Finanzas y Planeación, amigo éste de Javier Duarte porque solía prestarle su departamento en el Distrito Federal cuando la necesidad era mayor.
Spinoso posee residencias, autos, tierras, edificios que le renta al gobierno de Veracruz, aviones, departamentos, restaurantes, negocios de telefonía y la constructora Aledce, S.A. de C.V., que es la punta de la madeja para entender bajo qué corruptelas se mueven los hombres del gobernador.
Con el título “La gran estafa”, Silvia Núñez retoma en su columna la información revelada por el diputado panista Juan Bueno Torio, que alude a las inconsistencias halladas por la Auditoría Superior de la Federación en la aplicación de recursos federales concernientes al año 2012 y que le pegan de lleno a dos áreas claves del gobierno duartista: Finanzas y Educación. O sea, a Deantes y Spinoso.
En sus gestiones se operó o se encubrió el desvío de partidas, generando un daño a la Hacienda Federal, por diversos rubros, entre ellos una de 500 millones 599 mil 32.30 pesos por no haber aplicado recursos del Fondo de Infraestructura Social Estatal (FISE).
Otro: 117 millones 725 mil 408.85 pesos por no aplicar recursos reintegrados del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal, que Spinoso debió detectar desde la Oficialía Mayor de la SEV.
Uno más: 60 millones 173 mil 787 pesos no aplicados del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal.
Otro: pagos por 74 millones 709 mil 887.96 pesos no vinculados a lo que establece el Convenio Marco de Coordinación entre el gobierno de Veracruz y el gobierno federal.
Y así otras partidas que debieron ser atendidas por Gabriel Deantes Ramos en SEFIPLAN y Edgar Spinoso Carrera en la SEV. Y que no lo hicieron porque no supieron, no quisieron, no pudieron o porque era ese el plan de usar los recursos electoralmente para comprar a la oposición y “mochar” una fracción de lo que tuvieron en sus manos.
De acuerdo con la información revelada por la periodista Ana Lilia Velásquez, reseñada por Silvia Núñez, están sujeta a investigación la constructora Alcede, de Edgar Spinoso Carrera, y sus socios, entre los que figuran su hermano Alfredo; sus otros hermanos, César y Astrid; su esposa Elvia Carlota Besil Samperi; su suegro Carlos Besil Milán, y el subdirector de Recursos Humanos de la SEV, José A. Ojeda Rodríguez.
Por parte de Gabriel Deantes, aparece en la investigación su esposa Laura Saldaña; el director de Administración de SEFIPLAN, Eduardo Contreras Rojano, y el tesorero, Antonio Tarek Abdalá Saad, vinculado a tres empresas proveedoras del gobierno de Veracruz: Veintiocho Construcciones, Siete Caminos y Sheba Constructora e Inmobiliaria. Tarek Abdalá fue el tesorero del DIF estatal en tiempos de Rosa Borunda. ¿Prestanombre de la doña?
Por las manos de Deantes y Spinoso corrieron cientos si no es que miles de millones de pesos. Debieron cuidar su aplicación o reintegro al gobierno federal. Pero no. Uno operó la compra de la oposición para frustrar la alianza PAN-PRD y el otro vio florecer negocios para enriquecerse más de lo que ya era.
Acusados de todo, de deslealtad, de haberse enriquecido a espaldas del gobernador, de ser rufiales, pillos y ladrones, pudieron acallar la embestida cuando Javier Duarte lanzó su frase infame: “No hay ninguna investigación”. Duarte les dio su bendición.
Duarte supo encubrir a Fidel Herrera, a Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—, a Víctor Arredondo en la SEV, y ahora a Manzur, Pablo Anaya, Adolfo Mota. Cómo no hacerlo con Deantes y Spinoso, dos peones del duartismo.
Es un encubridor profesional
Archivo muerto
¿Sabrá el gobernador Javier Duarte a qué le tira cuando denuncia a la empresa ferroviaria Ferrosur por el caso de los migrantes agredidos, asesinados y las indocumentadas violadas en el sur de Veracruz?
¿Sabrá que el dueño de Ferrosur es Jorge Larrea, propietario de la tercera reserva mundial de cobre, y que lo es desde que Ferromex y Ferrosur se fusionaron en 2005, y que la concesión de Ferrosur le fue otorgada a Carlos Slim Helú, el segundo hombre más rico del mundo y a quien el mismo Duarte le abriera las puertas de Veracruz para que realice inversiones cuantiosas —fraccionamientos, plazas comerciales, hospitales—, las que le puedan salvar su deplorable y patética gestión como gobernador? Debió escuchar el gobernador a los que dicen que no hay que pelearse con el dinero. Ahora, a comerse ese pollito, don Javier. Y si ya está en ese plan, ¿por qué no denuncia a Miguel Alemán por los asaltos y crímenes que se cometen en los ADO?…
Desorganizado, botín de piratas, fue el Carnaval Coatzacoalcos 2014 el desastre que se esperaba. Deslucido, con el escándalo de la reina fea, la basura por todos los rincones, heridos, apuñalados, batallas campales, más de 35 accidentes automovilísticos, el evento no resultó más que un negocio de Andrés Azuela Berchelmann y Jaime Ruiz López y sus respectivas pandillas. Desfilaron algunas estrellas que en la TV se ven bien y de carne y hueso son más hueso que carne. Azuela controló la contratación de artistas; Jaime Ruiz el atraco de las gradas. Más adelante, la historia a detalle…
¿Quiénes son esas dos priístas, narcisistas, fanáticas del rímel, el bilé y el trapo fino, amantes de la caña, que bien flameadas y como Dios les dio a entender irrumpieron en un episodio de campaña del hoy senador Héctor Yunes Landa, en Coatzacoalcos? Por horas habían departido con el también legislador José Francisco Yunes Zorrilla y de ahí —¿será con línea?— se lanzaron a estropear el acto del nacido en Soledad de Doblado. Habrían propiciado un desastre, de no ser porque entre los priístas hay quienes tienen espíritu de cantinero: saben tratar a borrachas necias. Dos pistas: una es dirigente del PRI y la otra funcionaria municipal y querida de un editor. Las diabluras de Pepe no perdonan ni a la parentela…
Dos casos y dos ópticas: en Chumatlán fue tomado el consejo electoral municipal; en Las Choapas, no. Allá, la presencia de priístas y de gente ajena al municipio, provocó la protesta radical de los partidos opositores al PRI. Acá, en Las Choapas, todo pareciera estar bien. Pareciera, pues dos consejeros tienen lo suyo: Eduardo Carreño es priísta de toda la vida, de Coatzacoalcos, ex aspirante a dirigir el tricolor local y ligado al grupo del ex alcalde Iván Hillman Chapoy y su esposa, la hoy diputada priísta-verde, Mónica Robles Barajas de Hillman, compañera de Congreso de Renato Tronco; y Adelaido Infanzón García, ex funcionario del IFE en Coatzacoalcos, hoy empleado del INEGI, vinculado a Marcelo Montiel, cacique priísta y actual delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz. O sea, a la vista dos personajes con tufo a PRI y no hubo quien los impugnara. También la oposición es cómplice del fraude, aunque sea por omisión…
A revisión el Parque Jurásico construido y habilitado durante la alcaldía de Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— y que hoy evidencia cómo dilapidar 12 millones con tretas y corruptelas.
Destartalados, los dinosaurios mecánicos dejan de dar servicio a sólo unos meses de ser puestos en funcionamiento; el terreno donde se construyó el parque no fue bien acondicionado, y los ingresos están sujetos a revisión pues se observan lagunas financieras donde todo mundo metió mano. Cree Theurel que la tormenta pasó cuando lo que se ve venir es un tsunami… Parientes, amigos, protegidos, de todo incrusta Alfonso Morales Bustamante en el ayuntamiento de Coatzacoalcos.
Está el cuñado, la prima, el chofer y hasta el payaso Pin Pon, que funge como auxiliar del tesorero municipal, sin tareas específicas, para lo que sea, al fin que es muy chistoso…
Uno y otro, inútiles para el servicio público, leales a la corrupción, tuvieron encomiendas infames: comprar a la oposición para fracturar la alianza PAN-PRD en los comicios locales de 2013, y realizar negocios multimillonarios a los que, por supuesto, no es ajeno el gobernador.
Señalados, imputados, acusados de pillos y rufianes, Deantes y Spinoso pudieron tener una suerte agria de no ser porque en lo más álgido de la discusión pública, fueron tácitamente exonerados de culpa con una frase insólita de Duarte: “No hay ninguna investigación. Lo que hay es un proceso de entrega-recepción y en el caso de que se encuentren algunas anomalías tendrán que responder ante las instancias correspondientes”.
Deantes dejó la Subsecretaría de Ingresos en Finanzas y Planeación, entre gritos de desleal y ladrón, hasta de la prensa duartista, omiso ante el derroche de recursos federalizados consignados en el informe de la Auditoría Superior de la Federación.
Spinoso se fue de la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz, implicado en desvíos financieros con recursos también federales, embustes y mentiras que tensaron la relación con la disidencia del sindicato magisterial, y la sombra de la corrupción.
Fueron los alfiles del gordobés en operaciones turbias y componendas políticas, negocios insanos, nada que desconociera Javier Duarte, nada que se hiciera al margen de él.
Antiguo vendedor de celulares en su natal Tamaulipas, primo de Alberto Silva Ramos, ex alcalde de Tuxpan y encarcelador de periodistas, el ex favorito de la sucesión, el Cisne tuitero, Gabriel Deantes Ramos no se distinguió por su habilidad para hacer negocios sino por su falta de escrúpulos para materializarlos. Corría cualquier riesgo, exponía el pellejo y sabía salpicar… o servir de prestanombre.
Cuentan quienes lo vieron activo, hiperactivo, que en 2013, junto con Erick Lagos Hernández, hoy secretario de Gobierno, entonces líder del PRI estatal, iba y venía por todo Veracruz con la maleta en las manos. Visitaba dirigentes perredistas, alcaldes perredistas, caciques perredistas. Su encomienda era comprar a quien se quisiera vender. Y tuvo clientela.
De la Secretaría de Finanzas salieron miles de millones de pesos para mantener dividido al PRD. Y Deantes gozaba de manga ancha y el beneplácito del gobernador; lo que fuera, al precio que fuera, con cargo al erario de Veracruz.
De aquellos periplos, sensibles los perredistas a la vendimia, se obtuvo un rendimiento político: la división del PRD, con dos consejos estatales, con dos líderes, todos en el ajo, creando las condiciones para que el Tribunal Electoral de Poder Judicial de Veracruz declarara inválida la alianza PAN-PRD, sustentando la negativa del consejo espurio a jugar con el PAN.
Sabida por todos, priístas y no priístas, la historia refiere que esa treta fue fraguada por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, financiada con recursos federales por Javier Duarte y operada por Erick Lagos y Gabriel Deantes, hasta pulverizar a la oposición, ganar el Congreso y las principales alcaldías de Veracruz.
No todo fue a dar a manos de la oposición. Fidelistas natos, obviamente una parte de los recursos, pagados en efectivo para no dejar huella, quedaron en sus manos.
Edgar Spinoso, por su parte, ya era rico cuando nació, pero el duartismo lo llevó a las nubes. Hijo de César Spinoso Foglia y sobrino de Roque, fundador de la Unión Nacional de Productores de Caña, asesinado en 1984, pudo gozar de una fortuna que muchos ansían, según describe la periodista Silva Núñez Hernández, autora de la columna Fuera de Foco.
Spinoso es un especie de bufón en la corte duartista, junto al trovador del istmo, Fernando Charleston Hernández, secretario de Finanzas y Planeación, amigo éste de Javier Duarte porque solía prestarle su departamento en el Distrito Federal cuando la necesidad era mayor.
Spinoso posee residencias, autos, tierras, edificios que le renta al gobierno de Veracruz, aviones, departamentos, restaurantes, negocios de telefonía y la constructora Aledce, S.A. de C.V., que es la punta de la madeja para entender bajo qué corruptelas se mueven los hombres del gobernador.
Con el título “La gran estafa”, Silvia Núñez retoma en su columna la información revelada por el diputado panista Juan Bueno Torio, que alude a las inconsistencias halladas por la Auditoría Superior de la Federación en la aplicación de recursos federales concernientes al año 2012 y que le pegan de lleno a dos áreas claves del gobierno duartista: Finanzas y Educación. O sea, a Deantes y Spinoso.
En sus gestiones se operó o se encubrió el desvío de partidas, generando un daño a la Hacienda Federal, por diversos rubros, entre ellos una de 500 millones 599 mil 32.30 pesos por no haber aplicado recursos del Fondo de Infraestructura Social Estatal (FISE).
Otro: 117 millones 725 mil 408.85 pesos por no aplicar recursos reintegrados del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal, que Spinoso debió detectar desde la Oficialía Mayor de la SEV.
Uno más: 60 millones 173 mil 787 pesos no aplicados del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal.
Otro: pagos por 74 millones 709 mil 887.96 pesos no vinculados a lo que establece el Convenio Marco de Coordinación entre el gobierno de Veracruz y el gobierno federal.
Y así otras partidas que debieron ser atendidas por Gabriel Deantes Ramos en SEFIPLAN y Edgar Spinoso Carrera en la SEV. Y que no lo hicieron porque no supieron, no quisieron, no pudieron o porque era ese el plan de usar los recursos electoralmente para comprar a la oposición y “mochar” una fracción de lo que tuvieron en sus manos.
De acuerdo con la información revelada por la periodista Ana Lilia Velásquez, reseñada por Silvia Núñez, están sujeta a investigación la constructora Alcede, de Edgar Spinoso Carrera, y sus socios, entre los que figuran su hermano Alfredo; sus otros hermanos, César y Astrid; su esposa Elvia Carlota Besil Samperi; su suegro Carlos Besil Milán, y el subdirector de Recursos Humanos de la SEV, José A. Ojeda Rodríguez.
Por parte de Gabriel Deantes, aparece en la investigación su esposa Laura Saldaña; el director de Administración de SEFIPLAN, Eduardo Contreras Rojano, y el tesorero, Antonio Tarek Abdalá Saad, vinculado a tres empresas proveedoras del gobierno de Veracruz: Veintiocho Construcciones, Siete Caminos y Sheba Constructora e Inmobiliaria. Tarek Abdalá fue el tesorero del DIF estatal en tiempos de Rosa Borunda. ¿Prestanombre de la doña?
Por las manos de Deantes y Spinoso corrieron cientos si no es que miles de millones de pesos. Debieron cuidar su aplicación o reintegro al gobierno federal. Pero no. Uno operó la compra de la oposición para frustrar la alianza PAN-PRD y el otro vio florecer negocios para enriquecerse más de lo que ya era.
Acusados de todo, de deslealtad, de haberse enriquecido a espaldas del gobernador, de ser rufiales, pillos y ladrones, pudieron acallar la embestida cuando Javier Duarte lanzó su frase infame: “No hay ninguna investigación”. Duarte les dio su bendición.
Duarte supo encubrir a Fidel Herrera, a Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—, a Víctor Arredondo en la SEV, y ahora a Manzur, Pablo Anaya, Adolfo Mota. Cómo no hacerlo con Deantes y Spinoso, dos peones del duartismo.
Es un encubridor profesional
Archivo muerto
¿Sabrá el gobernador Javier Duarte a qué le tira cuando denuncia a la empresa ferroviaria Ferrosur por el caso de los migrantes agredidos, asesinados y las indocumentadas violadas en el sur de Veracruz?
¿Sabrá que el dueño de Ferrosur es Jorge Larrea, propietario de la tercera reserva mundial de cobre, y que lo es desde que Ferromex y Ferrosur se fusionaron en 2005, y que la concesión de Ferrosur le fue otorgada a Carlos Slim Helú, el segundo hombre más rico del mundo y a quien el mismo Duarte le abriera las puertas de Veracruz para que realice inversiones cuantiosas —fraccionamientos, plazas comerciales, hospitales—, las que le puedan salvar su deplorable y patética gestión como gobernador? Debió escuchar el gobernador a los que dicen que no hay que pelearse con el dinero. Ahora, a comerse ese pollito, don Javier. Y si ya está en ese plan, ¿por qué no denuncia a Miguel Alemán por los asaltos y crímenes que se cometen en los ADO?…
Desorganizado, botín de piratas, fue el Carnaval Coatzacoalcos 2014 el desastre que se esperaba. Deslucido, con el escándalo de la reina fea, la basura por todos los rincones, heridos, apuñalados, batallas campales, más de 35 accidentes automovilísticos, el evento no resultó más que un negocio de Andrés Azuela Berchelmann y Jaime Ruiz López y sus respectivas pandillas. Desfilaron algunas estrellas que en la TV se ven bien y de carne y hueso son más hueso que carne. Azuela controló la contratación de artistas; Jaime Ruiz el atraco de las gradas. Más adelante, la historia a detalle…
¿Quiénes son esas dos priístas, narcisistas, fanáticas del rímel, el bilé y el trapo fino, amantes de la caña, que bien flameadas y como Dios les dio a entender irrumpieron en un episodio de campaña del hoy senador Héctor Yunes Landa, en Coatzacoalcos? Por horas habían departido con el también legislador José Francisco Yunes Zorrilla y de ahí —¿será con línea?— se lanzaron a estropear el acto del nacido en Soledad de Doblado. Habrían propiciado un desastre, de no ser porque entre los priístas hay quienes tienen espíritu de cantinero: saben tratar a borrachas necias. Dos pistas: una es dirigente del PRI y la otra funcionaria municipal y querida de un editor. Las diabluras de Pepe no perdonan ni a la parentela…
Dos casos y dos ópticas: en Chumatlán fue tomado el consejo electoral municipal; en Las Choapas, no. Allá, la presencia de priístas y de gente ajena al municipio, provocó la protesta radical de los partidos opositores al PRI. Acá, en Las Choapas, todo pareciera estar bien. Pareciera, pues dos consejeros tienen lo suyo: Eduardo Carreño es priísta de toda la vida, de Coatzacoalcos, ex aspirante a dirigir el tricolor local y ligado al grupo del ex alcalde Iván Hillman Chapoy y su esposa, la hoy diputada priísta-verde, Mónica Robles Barajas de Hillman, compañera de Congreso de Renato Tronco; y Adelaido Infanzón García, ex funcionario del IFE en Coatzacoalcos, hoy empleado del INEGI, vinculado a Marcelo Montiel, cacique priísta y actual delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz. O sea, a la vista dos personajes con tufo a PRI y no hubo quien los impugnara. También la oposición es cómplice del fraude, aunque sea por omisión…
A revisión el Parque Jurásico construido y habilitado durante la alcaldía de Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— y que hoy evidencia cómo dilapidar 12 millones con tretas y corruptelas.
Destartalados, los dinosaurios mecánicos dejan de dar servicio a sólo unos meses de ser puestos en funcionamiento; el terreno donde se construyó el parque no fue bien acondicionado, y los ingresos están sujetos a revisión pues se observan lagunas financieras donde todo mundo metió mano. Cree Theurel que la tormenta pasó cuando lo que se ve venir es un tsunami… Parientes, amigos, protegidos, de todo incrusta Alfonso Morales Bustamante en el ayuntamiento de Coatzacoalcos.
Está el cuñado, la prima, el chofer y hasta el payaso Pin Pon, que funge como auxiliar del tesorero municipal, sin tareas específicas, para lo que sea, al fin que es muy chistoso…
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