* Las redadas en Las Choapas * El
feudo de Renato Tronco, en la mira * Tráfico de migrantes y de drogas,
abigeato, extorsión sindical, ejecutados y mutilados * El crimen
organizado, la impunidad y la protección oficial * Goyo Jiménez,
asesinado en uno de los enclaves tronquistas * Federico Lagunes y el
robo del área verde
Sabiendo cómo es, sabiéndole la esencia
delictiva al diputado Renato Tronco Gómez, y la de sus amigos y socios,
la policía de Veracruz no buscó a Gregorio Jiménez de la Cruz en Las
Choapas a partir de una corazonada. Lo hizo porque conoce quién, por qué
y de a cuanto se protege ahí al crimen organizado.
Tierra de nadie, administrada por un
cacique en ciernes, Las Choapas y sus alrededores es un escenario de
violencia cotidiana, de levantones, de migrantes extorsionados o
asesinados, corredor de droga, de robo de ganado, de agresiones
policíacas al amparo de la impunidad, de ejecutados que aparecen a
orillas de carretera, torturados y mutilados, de muertos desmembrados
que yacen en fosas clandestinas.
Ese feudo, del río Tonalá al río
Coatzacoalcos, el distrito electoral 30 de Veracruz, son los dominios,
no políticos pero sí extralegales del diputado Renato Tronco, el
administrador del bajo mundo con la venia del gobernador Javier Duarte
de Ochoa y la bendición del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.
Ahí, en Las Choapas, del 7 de febrero a
la fecha, se vive una cacería humana motivada por el “levantón”, dos
días antes, del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, cuyo cadáver
apareció en una fosa clandestina, el martes 11, en la colonia J. Mario
Rosado, en territorio tronquista.
Presionado por la prensa que exigía
hallar con vida al reportero de Notisur, Liberal del Sur y La Red, que
salía a las calles a protestar, que lo ridiculizaba públicamente —“si no
pueden, renuncien”— y que le destazaron a sus enviados —Erick Lagos, el
retorcido secretario de Gobierno; Felipe Amadeo Flores Espinoza,
desprocurador, y María Georgina Domínguez Colío, la vocera inútil—, la
noche del jueves 6 de febrero, el gobernador implementó acciones de
fuerza que impactaron en el feudo tronquista.
Al día siguiente, el viernes 7, la
policía de élite de Seguridad Pública arremetió contra socios de Renato,
protegidos, empleados y también contra taxistas, usuarios, petroleros y
ganaderos, en una oleada que incluyó hasta el desarme y detención del
jefe de la policía municipal, Wilfrido López Vicente, esbirro número uno
del ex alcalde Tronco Gómez.
Aquello fue un festín de agresiones. A
unos les pegaron con razón y a otros sin razón. Allanaron domicilios,
encañonaron a sus moradores, sembraron miedo. A Ismael Thomé Becerra,
jubilado de Pemex, le robaron celulares, un Ipod, alhajas y dinero en
efectivo. A su familia, nueve miembros, incluidos niños, los mantuvieron
pecho a tierra, con las armas apuntándoles, aterrorizados.
No era casual la acción alevosa de la
policía duartista. Thomé Becerra, “El Muñi Muñi”, vive en la colonia J.
Mario Rosado, cerca de donde habrían de hallar el cuerpo del periodista
Gregorio Jiménez. Pero él nada tuvo que ver.
Jornada de zozobra, ese viernes 7 en
cuestión de minutos Las Choapas se llenó de retenes. Decenas de taxis
eran revisados minuciosamente. Uno de ellos, el 125, aún más. La policía
duartista halló en su interior un teléfono celular. Exigían saber de
quién era. Nadie, ni el conductor ni los pasajeros se hacían
responsables. Y que se cargan a todos con rumbo desconocido, presumiendo
que algunos de ellos fueran “halcones”. Algunos de ellos regresarían a
sus hogares intimidados, golpeados, amenazados. Y de ahí a denunciar al
MP.
A eso de las 14:40 horas, López Vicente
se percató de la presencia de unidades policíacas. Quiso acercarse. De
inmediato lo rodearon. Fue desarmado. Le retiraron su pistola, una
Pietro Beretta, calibre 9 milímetros; su radio y su credencial de
director de Seguridad Pública Municipal. El esbirro mayor de Tronco,
tratado como delincuente. Qué agravio para Renato.
Unas 25 patrullas de Seguridad Pública
se adueñaron de Las Choapas. Doce se apostaron sobre el bulevar Antonio
M. Quirasco. El resto se diseminó en las colonias Tiburoneros, Aviación,
Campo Nuevo y J. Mario Rosado, ahí donde cuatro días después hallarían
el cuerpo de Gregorio Jiménez, torturado, mutilado y enterrado en una
fosa clandestina.
Avanzaban los efectivos de la SSP sobre
la avenida 20 de Noviembre. Llegaron al desguasadero de Jesús Uribe
Esquivel, uno de los prestanombres de Renato Tronco, sin un centavo en
el pasado reciente, ahora millonario constructor y dueño del negocio
Grúas Tou. (Uribe fue de los que suscribieron aquel desplegado en que
lincharon públicamente al entonces regidor Alfredo Pérez Juárez,
asesinado mes y medio después, siendo Renato Tronco alcalde de Las
Choapas y, según la Procuraduría estatal, autor intelectual del crimen).
Revisaron cada centímetro del lugar, pero no hallaron al periodista.
Una decena de choapenses fueron
“levantados” por la policía de élite de Javier Duarte, embozados todos,
sin dar la cara, oculta su identidad.
Al día siguiente, Renato Tronco se
engalló. En carta enviada a diversos medios de comunicación, arremetía
contra la policía “ramboide” del gobierno de Veracruz.
Disfrazado de hombre moral, el diputado
por Las Choapas disertaba sobre la conducta honesta de los servidores
públicos y el respeto a los derechos de la sociedad. Vaya con el tipo si
cuando era alcalde apaleaba ciudadanos con su policía violenta,
“ramboide”.
“Entendemos de la necesidad del actuar;
pero que sea de manera eficiente, eficaz y respetuosa por parte de las
corporaciones policíacas, no como desgraciadamente lo lleva a cabo
nuestra policía estatal; quienes no buscan quién se la hizo sino quien
la pague. Como lo ocurrido el 7 de los corrientes en Las Choapas con el
ciudadano Ismael Thome Becerra.
“En actos por demás desesperados o total
incompetencia que son de dominio público. Ahora me explico cuánta razón
tienen los periodistas en su reclamo.
“El actuar irresponsable, ilegal y
“ramboide” de los policías nos obliga a pensar que hasta podrían haber
sido ellos quien levantaron al periodista o ser responsable de más actos
que se le achacan a la delincuencia, es la única manera de explicarnos
su actitud y prepotencia.
“Sr Secretario
“En realidad es muy lamentable que a la
sociedad veracruzana se nos esté obligando a creer que es de la policía
“acreditada” de quien deberíamos cuidarnos.
“Esto podría ser también motivo de creer
que tienen razón los policías municipales despedidos de Coatzacoalcos,
nos puede orillar a que tienen razón los de la sierra de
Soteapan-Tatahuicapan y sus alrededores, como también da razón a la
sociedad de Jalcomulco quienes enfrentan una problemática con la empresa
Odebrecht ; en fin podría dar razón a tanto reclamo social.
“Ofrezco mi criterio, experiencia y
análisis de lo antes expuesto, estoy abierto al diálogo, análisis o
debate para que juntos busquemos Soluciones, no problemas”.
Evidente y abierta la amenaza, no es la
defensa del pueblo choapense lo que mueve a Renato Tronco a enfrentar al
gobierno estatal, a increpar de refilón al titular de Seguridad
Pública, Arturo Bermúdez Zurita, autor del zafarrancho. Le llama “Sr
Secretario” pero no se atreve a citarlo por su nombre.
Le duele al cacique en ciernes, aprendiz
del poder a la brava, el allanamiento del negocio de Jesús Uribe,
constructor beneficiado por su gobierno, en la mira del sistema por su
súbito enriquecimiento. Le enchila la redada en la colonia J. Mario
Rosado, su feudo, donde tiene una buena cuota de seguidores y esclavos
electorales, ahí donde sería hallado el cuerpo de Gregorio Jiménez y la
casa de seguridad donde lo tuvieron privado de su libertad, donde lo
torturaron para que cantara antes de ultimarlo.
Muy gallo estaría Tronco, pero de nada
le sirvió alzarle la voz al gobierno duartista, pues las redadas
continúan, ahora con seis desaparecidos más, entre ellos una jovencita
de 15 años, todos “levantados” por los de la camioneta blanca, en que se
mueve la policía de élite de Seguridad Pública y los AVI’s de Enoc
Maldonado Caraza, el fiscal de hierro de Duarte.
De sus casas, del parque Juárez de Las
Choapas y hasta de un motel, fueron sacados los seis choapenses. Sus
familiares los buscaron en las corporaciones policíacas de aquel
municipio y de Coatzacoalcos. Nadie les da razón de ellos.
Intensa, la búsqueda de más implicados
en el asesinato del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz no es casual
en Las Choapas. En el feudo de Renato Tronco el crimen organizado se
mueve a sus anchas: paso de migrantes, muchos de ellos son extorsionados
mientras otros mueren por no pagar a las bandas delincuenciales
impunes; su territorio es una vía abierta al tráfico de drogas; siendo
una zona ganadera de alto registro, el abigeato es cosa de todos los
días; los asaltos carreteros, sobre todo en la Ocozocoautla-Raudales-Las
Choapas, está considerado de los de mayor incidencia en el país; a
diario hay ejecutados y mutilados.
Tronco es el rey en la tierra de nadie,
en el territorio sin ley. Regentea el diputado a los sindicatos de
obreros y es él, ningún otro, ni el gobernador Javier Duarte, quien
decide que obras le son contratadas a las organizaciones gremiales,
previo pago del diezmo.
Ese control sobre los sindicatos obreros
que le trabajan a las empresas que perforan pozos para Pemex, ha
provocado batallas entre los afiliados, agresiones, violencia sin fin,
baleados a manos de los “coyotes” del legislador. Y cuando un dirigente
se rebela, es “levantado” por la policía municipal, y por el mismo
director de Seguridad Pública, el hoy vilipendiado Wilfrido López
Vicente, y llevado a la presencia del aprendiz de cacique.
Es Las Choapas el refugio de las bandas
del crimen organizado que operan en Villa Allende, Nanchital, Ixhuatlán
del Sureste, Moloacán y Agua Dulce, todo el distrito 30, el
Coatzacoalcos Rural, representado en el Congreso de Veracruz por Renato
Tronco.
Sin protección política, sin
encubrimiento oficial, sería imposible que pudieran actuar los sicarios
que levantan ciudadanos inocentes en cada uno de esos lugares, que
ejecutan, que mutilan, que arrojan a sus víctimas a orilla de la
autopista Coatzacoalcos-Villahermosa, o que los sepultan en fosas
clandestinas.
No es casual que la embestida de
Seguridad Pública y la AVI se haya dado en Las Choapas. Es el feudo de
Renato Tronco, su territorio, donde abundan las casas de seguridad y es
refugio de matones. No fue corazonada que ahí hubieran hallado el cuerpo
de Goyo Jiménez.
Por eso, Renato Tronco y sus socios están bajo sospecha.
Archivo muerto
Rufián de marras, Federico Lagunes
decía defender las áreas verdes, regresar a Coatzacoalcos lo que los
vivales le habían arrebatado. Tuvo en la mira hasta aquellas de las que
su patrón, Iván Hillman Chapoy, siendo alcalde, dispuso como quiso.
Discurso puro, rollo para el que se lo crea, Pulgoso del Istmo terminó
sus días de regidor convertido en el ladrón al que siempre aspiró ser.
Detenta hoy un área verde de casi 2 mil 382 metros cuadrados.
Documentado, el caso muestra que desde hace un año el Ayuntamiento
intenta ejercer su derecho sobre el predio pero el señor Lagunes, el ex
regidor, otrora cirilista, ahora roblista y mañana quién sabe, se
resiste porque, dice, el gobernador Javier Duarte le permite eso y más. O
sea, el que hace no la paga. ¿Que dónde está en predio robado? Luego
les paso el croquis y la documentación oficial…
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