“He pasado las horas más terribles de mi vida. En estos momentos estoy escondida, resguardada porque un juez liberó una orden de aprehensión en mi contra, simplemente porque cumplí con mi deber periodístico de investigar y divulgar asuntos de corrupción en Petróleos Mexicanos, y que involucran a empresarios, funcionarios y políticos de muy alto nivel (…) Pasé la noche en vela por segunda ocasión, atenta a que de un momento a otro mis captores me ubiquen y me lleven no sé a dónde y ni en qué condiciones. Mi familia no sabe de mí y ahora, por oídos de todos ustedes, les digo que espero seguir viva. Mis temores no son en vano. Desde el año pasado denuncié ante las autoridades judiciales, ante la Fiscalía de Protección a Periodistas, ante el Congreso de la Unión, el acoso en mi contra, las amenazas de muerte, la persecución, la vigilancia en mi domicilio, pero ninguna autoridad, en absoluto, movió un dedo.”
Este es un fragmento del testimonio que Ana Lília Pérez, periodista de la revista Contralínea, mandó vía telefónica el 18 de enero del 2009 a un acto de solidaridad dos días después que el director de este semanario fuese arrestado sin previo aviso por la publicación de una serie de reportajes que desvelaban la corrupción de empresas contratistas de la empresa estatal Petróleos Mexicanos. Al enterarse de la detención de su director y de que sobre ella también habían dictado una orden de arresto, decidió esconderse unos días.
En sus 8 años de salir a la venta, este semanario ha abordado temas espinosos de corrupción, asuntos de seguridad nacional y seguridad pública, guerrilla y movimientos indígenas. Como consecuencia, la publicación y sus periodistas padecen desde el 2007 un acoso sistemático personal y legal. Badillo fue liberado a las 36 horas, pero junto con Pérez han sido objeto de acoso, persecución, represión y amenazas de muerte por personas implicadas en sus investigaciones.
Todo empezó en 2004, cuando ambos publicaron una entrevista con el entonces director de Petróleos Mexicanos (Pemex) Exploración y Producción, quién reveló que era “objeto de presiones” por parte del director general para que otorgase contratos millonarios para el arrendamiento de embarcaciones a la naviera Oceanografía, empresa en que gestionaban la familia de la esposa del expresidente Vicente Fox. Durante los cuatros años siguientes, Oceanografía demandó a los periodistas en diversas ocasiones por daño moral.
A pesar de las demandas, ambos reporteros continuaron investigando las empresas contratistas de Pemex. Las acciones en su contra se recrudecieron en 2007, después que Ana Lilia Pérez documentase una serie de cobros de facturas políticas por parte del consorcio gasero Grupo Zeta al Presidente Felipe Calderón, a cambio de prebendas. También señalaba que esta compañía apoyó las campañas electorales de los dos últimos presidentes. La fuente directa fue una entrevista realizada por Pérez al presidente de la gasera, Jesús Zaragoza con su pleno consentimiento.
La periodista, además, verificó antes de difundirla, toda la información. Sin embargo, a consecuencia de la publicación, Zaragoza y sus abogados la amenazaron de muerte y le advirtieron que “acabarían” con la revista. En agosto de ese año, Zaragoza presentóquerellas contra Pérez y Badilllo, por “daño moral”. Y la justicia le dio la razón al empresario pese a que se demostró que la voz de las grabaciones era suya y que él había dado el consentimiento para la entrevista.
Además, se incrementaron los hostigamientos, llamadas con amenazas de muerte y hasta les seguían a sus casas y les tomaban fotos. Un acoso difícil de digerir, pero que no les ha hecho rendirse. Realmente, sorprende la serenidad de Ana Lília Pérez al contar su caso. “Ha sido muy complicado, tienes miedo, piensas en renunciar, pero al final, dada la importancia de la información, yo decidí seguir publicando”, confiesa a Periodismo Humano. “La amenaza es la advertencia para que te rindas pero yo no entiendo otra manera de hacer periodismo, si no escribo estas informaciones, mejor dejo el oficio, aunque claro que la incertidumbre es dolorosa, chocante”, agrega.
Pérez tiene 33 años y lleva 13 ejerciendo, siempre reportando asuntos espinosos. Pese a su juventud ha recibido numerosos premios internacionales de periodismo de investigación y es autora de los libros “Camisas Azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos” (Grijalbo), y Sonda de Campeche, paradigma de explotación laboral (International Transport Worker’s Federation), además de coautora de “Morir en la Miseria” (Océano). Y piensa seguir, pese a que reconoce que tanta tensión es desgastante. Ahora mismo, ella y la revista aún enfrentan 7 procesos legales en su contra.
“La judicialización de la libertad de expresión es un método de censura más sutil pero efectiva, porque los periodistas somos obligados prácticamente a cohabitar en tribunales, cuando debemos estar investigando e informando a la sociedad sobre asuntos de interés público”, asegura....Mas...
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