Lección universal no aprendida ni asimilada: ante la prisa, es y será más difícil evitar irresponsabilidad, negligencia, abuso o corrupción. Todos a la expectativa, para estremecerse, compadecerse y sensibilizarse, ante la magnitud de los hechos, de las pérdidas y las desgracias, muchas ampliamente conocidas por recurrentes.
“Empapados de angustia. Esperan vecinos que realicen las obras necesarias para evitar inundaciones. Después de la tempestad, quedó la angustia…” Dice parte de la nota, que describe los efectos del desbordamiento del Río de los Remedios en el Valle de México, capital de la burocracia nacional. (Reforma.020711)
Para algunos listos en el gobierno, no hay memoria, ni historia. No hay causa ni efectos. Tampoco origen y consecuencias. Pensar, recordar, reclamar quedan prohibidos o pospuestos. No existe la previsión ni la anticipación. La planeación es solo simulación. Se trata de vivir el momento, de ser responsables hoy y ya veremos mañana. Por ahora, se refugian en la prioridad y usan como justificación o pretexto, que hay que ayudar a los desgraciados, a los sacrificados. Tiempo de salvadores empresariales y de redentores gubernamentales, de líderes sociales santificables, de superhéroes y servidores públicos ejemplares. Escenografía, actuación y promoción.
Como es costumbre, las imágenes muestran el alcance de los daños; las estadísticas agrupan muertos, heridos y damnificados. Uno tras otro, los reportes y las crónicas resaltan el alcance del siniestro. Y una vez más el sufrimiento, el dolor, el desconsuelo y otros males se hacen presentes. También, como siempre, en todo el país se repiten ritual, acto, foto, boletín y mensaje.
“Un muerto y 85 mil afectados dejan inundaciones en Neza y Ecatepec. Felipe Calderón y Peña Nieto se reúnen para analizar la situación.” (Universal.020711)
Los débiles, los desprotegidos, los pobres y los marginados van adelante en la foto, en la noticia, en el recuento real o manipulado. Exageración para pedir más presupuesto; minimización para no prever ni reconocer errores y fracasos, riesgos y amenazas. De cualquier forma habrá oportunidad, si logra disponerse de recursos.
Famosos y experimentados, discretos y novatos, en esta rutina, en esta costumbre, conocidos políticos, empresarios y líderes sociales se frotan las manos, para sacar provecho de lo sucedido. Hasta algunos de los medios explotan el momento para elevar su audiencia, sus lectores o sus “ratings”. Llegó la temporada.
¿Desastre natural? Para muchos y repetidos casos, ¿no sería más apropiado llamarle desastre político y gubernamental? Está claro que si no se anticipa ni prevé, entonces a padecer los efectos. Se comete el error, lo demás son consecuencias.
Y ahí van los diversos órdenes de gobierno, ahí van federales, estatales y municipales a la competencia y, a veces, por fortuna, a la coordinación obligada. Y hay que decirlo una vez más, gobiernos locales sin recursos, con sus limitadas, condicionadas y debilitadas administraciones públicas, muchas de ellas endeudadas, quebradas o mal y hasta pésimamente manejadas.
Ahí van, a realizar el reiterado ritual, frente al siniestro que no sólo ocasiona cuantiosas pérdidas individuales y un enorme sacrificio social, sino que además obliga al uso inmediato de los pocos recursos gubernamentales para la necesaria asistencia, el auxilio urgente y el imprescindible apoyo después de la devastación, del desastre.
Como en Ecatepec, las situaciones se reproducen en todas partes.”La decepción se convirtió en impotencia y ésta en ira. Cansados de promesas oficiales de que no se presentarías inundaciones… los mismos afectados de siempre exteriorizaron su coraje” (Universal.020711)
Si esto ocurre año con año. Si esto se repite desde que se tiene memoria. En realidad se trata de ¿Falta de previsión? O estamos ante otras verdades. ¿Exceso de perversión? ¿Carencia de responsabilidad social? ¿Insuficiencia e ineficiencia recurrentes?
Así, no es de extrañarse la creciente inconformidad popular y el reclamo social. Los padrones de beneficiarios, las formas de compra o adquisición, las fechas de entrega, los mecanismos de reclamación de los afectados, y la necesaria evaluación de los programas y acciones gubernamentales, cada vez más pasan de la discrecionalidad a la opacidad, del voluntarismo personal (para hacer negocios con la desgracia pública) a la manipulación y al aprovechamiento político, de los recursos y servicios de asistencia y apoyo temporal. ¿Por qué no fluyen con la urgencia que se requieren los recursos del fondo nacional para los desastres, Fonden? ¿Quiénes no cumplen ni quieren cumplir con las mínimas reglas de operación; se resisten y obstaculizan el seguimiento y control, de los recursos públicos que exigen los casos de desastre? ¿Quiénes no transparentan, ni rinden cuentas oportunamente?
De cualquier forma es inocultable que, una vez más, llega la oportunidad para demostrar capacidad y eficiencia, solidaridad y compromiso social. Pero desafortunadamente, también llega la posibilidad de que se hagan presentes los ineptos y los corruptos, los que parten y re comparten y se quedan con parte; los hábiles para el negocio, el porcentaje, la comisión, la cuota o la aportación. Los profesionales en deducirlo de impuesto; así como aquellos que gustan pagar con recursos públicos para exaltar y exagerar su presencia en los medios, para mejorar su imagen. Y también llegó el tiempo para los expertos en darse golpes de pecho, con su publicitada caridad del momento. ¿Dónde está la transparencia y el acceso a los padrones de beneficiarios? ¿A cuánto ascienden las compras y de dónde proceden los recursos? ¿Cuál es el volumen de impuestos que se deducen y los privilegios fiscales que se obtienen? El ciclo se reanuda, la temporada ha comenzado. Preciso no olvidar las otras preguntas: ¿Por qué no se hace lo que se debe hacer? ¿Qué impide a los gobiernos, la previsión y la anticipación suficientes y oportunos, ante reiterados desastres y problemas?
Calles inundadas. Casas deshabitadas. Población en el desamparo. Una vez más, la desgracia trae a sus acompañantes de siempre, el daño, la pérdida, la desesperanza y también trae la oportunidad a los que de cualquier infortunio, reclamo o esperanza social sacan provecho. Oportunidad para los damnificados profesionales, para los políticos manipuladores y condicionadores del apoyo que no siempre llega a su destino, en la cantidad y oportunidad necesaria. Para los de la solución definitiva, que repiten y prometen, pero que no llega.
¿Desastre natural? Tal vez cuando ocurre por primera vez; cuando es imprevisible; quizá cuando es demasiado rápido y complejo; o a lo mejor, cuando se tienen limitaciones y carencias frente a condiciones desconocidas y consecuencias imprevistas. Pero si el proceso o fenómeno se conoce, se repite y hasta se vuelve costumbre ¿Es esto parte de lo natural?
Las experiencias se repiten a todo lo largo y lo ancho de la Geografía y de la Historia de nuestro país y del mundo. Ejemplos sobran. “Suspenden actividades turísticas en San Luis Potosí. Alud sepulta casas, van 16 muertos por las lluvias”. (Universal.030711)
¿Desastre natural? Tal vez es hora de pensar en lo obvio. ¿No se trata más bien de un desastre político y social convertido en cultura de la desgracia? Y, desde luego, la pregunta central de la representación y el poder público ¿no estaremos en la costumbre, de la teoría y práctica política, cada vez más arraigada, del clientelismo, del condicionamiento, la manipulación, el mangoneo, el uso y abuso de las atribuciones y recursos gubernamentales, de la representación pública y el cargo administrativo.
No preverlo ni evitar que suceda causando daños (algunos irreparables), sacrificios (algunos extremos), y pérdidas (algunas cuantiosas). ¿Es esto natural?
¿Quiénes hacen creer en la resignación y pasividad, frente a lo que por repetible, hasta puede ser aprovechable?
Lección y aprendizaje
Los egipcios hicieron de la inundación bendición; los aztecas construyeron sobre el agua; los gobiernos mexicanos de hoy, ante inundaciones y sequías, son expertos en la cultura asistencialista de la autopromoción y de la caridad pública, del albergue temporal y la despensa… con presupuesto discrecional para hoy, cueste lo que cueste el mañana.
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