sábado, 22 de marzo de 2014

Recursos agotables que no se cuidan

Sobre la faz del país se escribe cada día una ignominiosa historia que denota inconsciencia, indolencia, descuido y una ausencia de compromiso para proteger el entorno y hacer uso responsable de recursos valiosos como el agua, cuya disponibilidad es limitada, pero a pesar de ello se le sigue usando de manera ineficiente, se contaminan sus fuentes y, en el peor de los casos, se destruye el entorno que permite su captación.

Contaminación manto de agua "aguazul", Tamalin Ver...

Mucha de la degradación que azota a buena parte de la geografía nacional tiene sus raíces en una pobreza mal combatida y en un Estado débil, que tolera demasiados desmanes. Por eso es que no resulta casual que con demasiada frecuencia se sepa de desastres que, ciertamente, no son naturales, pues tienen su origen en el abuso que se hace en muchas regiones de las bondades de la naturaleza, lo cual ha convertido ciertas áreas en zonas semidesérticas que hacen difícil la sostenibilidad de cualquier grupo humano.
Solo en el caso de los ríos se puede enumerar un sinnúmero de dolorosos ejemplos, por el descuido y la contaminación a que son expuestos, ya que se han convertido en botaderos de basura, la cual finalmente desemboca en otros manantiales que deberían estar destinados a un mejor uso, por no mencionar los abusos en que incurren muchos hacendados que con total impunidad desvían los cauces para atender sus intereses particulares, sin que les importe el daño que ocasionan a muchas comunidades.
También es oportuno citar el caso de los lagos, que parecen estar condenados a su extinción, como se puede ejemplificar con el de Amatitlán, que pese a los millonarios recursos que se han gastado en su rescate, parece avanzar inexorablemente hacia convertirse en un pantano, porque tanto industriales como vecinos continúan utilizando los ríos que desembocan en él como vertederos de desechos, con lo que cualquier erogación que se haga igualmente terminará en la basura porque se hará de manera descoordinada.
Sobre el mal estado de muchos manantiales ha habido suficiente denuncia, pero nada cambia y quizá por ello también resulta explicable que esos reservorios presenten altos niveles de contaminación, lo que, en consecuencia, imposibilita su uso, a lo cual también se suma una creciente demanda para la generación de energía, que después del uso agrícola se ha convertido en la segunda razón de uso, lo que deja el consumo humano en una tercera categoría que lógicamente no recibe la atención adecuada para su tratamiento.
En una fecha como hoy, en que la humanidad celebra el Día Mundial del Agua, lo menos que se puede hacer es insistir en la importancia de su conservación, porque es un recurso que cada día se agota, aunque existe un desconocimiento generalizado sobre el potencial o reservas con que cuenta el país. Quienes disfrutan todavía de este servicio deben sentirse privilegiados, pues grandes mayorías tienen que esperar días para contar por algunas horas con el vital líquido. Su uso para lavar vehículos a toda presión o para tareas sencillas debería ser erradicado, como una coherente actitud de solidaridad.

Editorial 

 

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