lunes, 23 de abril de 2012

Historias de pobreza y migración, detrás de la tragedia en Veracruz


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Inhumación de víctimas del accidente carretero en el tramo Álamo-Potrero del Llano ocurrido el viernes pasado. La mayoría de viajeros eran jornaleros agrícolas, empleados de maquiladoras y personas que buscaban acercarse a la frontera norte donde tratarían de cruzar como indocumentados Foto Sergio Balandrano

 Andrés Timoteo Morales Corresponsal Periódico La Jornada Lunes 23 de abril de 2012, p. 30

 Coatzacoalcos, Ver., 22 de abril. La tragedia que enlutó a las familias de las 43 víctimas del accidente ocurrido sobre la carretera Álamo-Potrero del Llano, en el norte de la entidad, tiene un componente que se repite en cada uno de los hogares donde se recibieron los féretros: la pobreza que obligó a las personas a desplazarse hacia el norte del país en busca de empleo y sobrevivencia económica. Muchos habían realizado este viaje en más de una ocasión, aunque esta vez les costó la vida.

 Por las circunstancias de la muerte, el número de decesos y las condiciones climatológicas, los funerales fueron casi fugaces en todos los casos, de sólo algunas horas, pues la descomposición de los cuerpos impidió tener más tiempo para las exequias.

 Los viajantes eran jornaleros agrícolas, empleados de maquiladoras y personas que buscaban acercarse a la frontera norte para tratar de cruzarla como indocumentados. Un ejemplo es Ángel Villa Treviño, cuya esposa e hijos radican en San Antonio, Texas, mientras él vino a esta ciudad para visitar a sus padres después de cinco años de no verlos. En 2006, cansado de la pobreza y de un sueldo miserable como albañil, Ángel se aventuró en la frontera norte, repitiendo el mismo viaje en un autobús de una empresa similar a la Agencia Turística Enlaces Veracruzanos, responsable del autobús número 900 que chocó con la plataforma de un tractocamión la madrugada del viernes pasado. Esta firma es una de al menos 10 que operan en el sur de Veracruz, y hacen negocio con el traslado de migrantes y trabajadores hacia los campos agrícolas y las maquiladoras del norte.

 Por las condiciones precarias en las que se realiza el viaje, el costo es muy inferior al de las líneas de autobuses convencionales, pues una corrida a Monterrey la cobran a 600 pesos, y 900 a Saltillo. En una de ellas, Villa Treviño realizó su primer viaje a la frontera con Estados Unidos y después, con ayuda de un coyote, pudo pasar a Estados Unidos, donde se quedó cinco años. Allá se casó con una ciudadana estadunidense y fue padre de cuatro pequeños. Ni su esposa, Melody, ni sus hijos lo volvieron a ver desde la víspera de la Navidad pasada, cuando regresó a Coatzacoalcos para visitar a sus padres, con los que se quedó hasta el jueves 19 de abril, cuando decidió viajar de nuevo rumbo al norte del país con la intención de regresar a Estados Unidos como indocumentado por última vez, pues por su matrimonio estaba en trámites para recibir la nacionalidad estadunidense.

 Los señores Maximino Villa y Juana Treviño, padres del mi- grante, habitan una pequeña casa construida de lámina y madera en la colonia Divina Providencia, asentamiento irregular a orillas de la vía del ferrocarril de Coatzacoalcos, en una zona ganada a los pantanos. Ahí llegó el féretro la tarde del sábado y por la mañana de este domingo fue sepultado en el cementerio Lomas de Barrilla, donde el ayuntamiento asignó un lote en forma gratuita. El cuerpo estuvo 22 horas en el auditorio de Tuxpan, al igual que los del resto de las víctimas. La madrugada del sábado fue entregado a sus deudos y de ahí se sumaron otras 10 horas de traslado por carretera desde la zona norte del estado hacia el sur, con temperatura promedio de 40 grados.

La caravana de carrozas fúnebres desde Tuxpan hasta 10 municipios del sur y centro de Veracruz enfrentó las mismas temperaturas elevadas, lo que hizo imposible postergar la velación del cuerpo; además ya olía en la madrugada y nos dijeron que lo mejor era sepultarlo pronto, señala Guadalupe Faustino Villa, prima de la víctima. Lo inhumaron temprano y ya no se pudo esperar a su esposa e hijos, que vienen de Estados Unidos. Ya no lo vieron ni en cadáver, dice resignado Maximino, el padre.

 Por la mañana también fue sepultado Pedro Borja Domínguez, uno de los choferes del autobús accidentado, cuya familia asegura que no tuvo culpa en el percance.
 Tras el proceso de recuperar y trasladar los cuerpos para realizarles las fugaces exequias, ahora los familiares iniciarán la batalla legal para logar el pago del seguro tanto por la empresa Agencia Turística Enlaces Veracruzanos como de la compañía Tiza Tour, propietara del autobús accidentado.

 Hasta anoche, según la procuraduría estatal, habían sido entregados 40 de los 43 cuerpos, y de los tres restantes sólo uno faltaba por ser identificado.

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