Armando Ortiz
Caso Maryjose Gamboa; “a mis amigos, justicia y gracia...”
El
14 de agosto de 2009, el sacerdote católico Eduardo Porfirio Patiño
Leal, obispo de la Diócesis de Córdoba, Veracruz, atropelló a seis
personas dando muerte a una y dejando heridas a las otras cinco. Era las
10:30 de la mañana, según testigos el prelado conducía la camioneta a
exceso de velocidad. Los reportes periodísticos apuntan: “Debido a que
presuntamente manejaba a exceso de velocidad, perdió el control de la
unidad y derribó un poste de la Comisión Federal de Electricidad, paso a
traer otro vehículo particular con placas de circulación XZE7706 y se
subió a la banqueta donde había varios vende- dores ambulantes de
verduras”.
Después
de siete horas de detención el obispo fue liberado tras pagar una
fianza de 90 mil pesos: 37 mil pesos le costó la vida de la mujer de 75
años a la que mató y el resto fue para los gastos médicos de las otras
cinco víctimas.
Con
la poca madre que distingue a algunos funcionarios públicos, Francisco
Portilla, entonces subsecretario de Gobierno, se solidarizó con la pena
del obispo, mas no con la pena de las víctimas: “el gobierno lamenta la
situación que vive la iglesia católica y más aún el momento que está
pasando el obispo, Eduardo Patiño Leal, al estar involucrado en esta
lamentable situación. Es para el gobierno una tristeza y mostramos
nuestra solidaridad al pueblo católico y al prelado”. Dicen que a la
hora del accidente el obispo sufrió un desmayo, otros dicen que iba
alcoholizado; la velocidad a la que conducía lo hizo derribar un poste
de luz, pasar a traer un vehículo particular y todavía subirse a la
banqueta donde atropelló a seis personas. 90 mil pesos, siete horas de
detención y una misa bastaron para que el accidente no tuviera mayores
con- secuencias.
Lo
de Maryjose Gamboa fue un accidente y un accidente es involuntario. De
acuerdo con su definición los “accidentes se hallan condicionados por
múltiples fenómenos de carácter imprevisible e incontrolable”. En ningún
momento la periodista tomó su auto a las tres de la mañana con el
propósito de encontrar alguna víctima a la que pudiera hacer daño. Los
accidentes suelen traer consecuencias, las víctimas mortales siempre
serán lo más lamentable de un accidente. En este caso la muerte de José
Luis Burela López, un joven de 30 años de edad ya es irremediable.
Lo
que los parientes y amigos de la víctima buscan ahora es justicia.
Hacen bien. ¿Pero saben ellos los alcances de esa justicia que
solicitan?
Por
supuesto no quiero creer que busquen justicia a partir de la ley del
Talión, es decir “ojo por ojo y diente por diente”. Quiero creer que los
que se manifiestan por la muerte del joven tatuador buscan justicia a
partir de lo que está escrito en los códigos penales. Tampoco estaría
bien que buscaran daño moral o físico para la causante. No vivimos en
la época de las cavernas.
Los
que buscan justicia deben tomar en cuenta que cuando uno contrata un
seguro para su auto, lo hace porque sabe que en la carretera estamos
como en la casa del jabonero, “el que no cae resbala”. Si a esto sumamos
manejar cansados pues es todavía más pertinente tener un seguro.
Por
supuesto lo mejor sería actuar con responsabilidad de tal modo que
nunca llegásemos a requerir ese seguro, pero ya lo definimos antes, un
accidente es involuntario y está “condicionado por múltiples fenómenos
de carácter imprevisible e incontrolable”. Los que tenemos seguro de
auto de cobertura amplia sabemos que en un caso como éste no nos queda
más que atenernos a las cláusulas de nuestro seguro; algunas
aseguradoras llegan a considerar la muerte de una persona.
Pero
quienes suman a la tragedia asuntos de carácter político están actuando
con profunda vileza. Sabemos que Maryjose Gamboa ha sido una de las
voces más críticas del gobierno. A casusa de ello sufrió persecución y
hostigamiento por parte de la anterior coordinadora de Comunicación
Social, Gina Domínguez Colío. Su línea crítica la ha mantenido, a la vez
que sus actividades se han diversificado, pues actual- mente es la
directora del Instituto de la Mujer de Boca del Río.
Pero
ni el gobierno lanzó al joven sobre el auto de Maryjose Gamboa, ni
Maryjose andaba buscando a una persona que atropellar. Todo fue un
accidente. Quien pretenda sacar raja política de este asunto, ya sean
panistas o gente del mismo gobierno, sólo se empapará en la mierda de su
vileza. Maryjose sigue detenida, los informes que llegan apuntan a que
diversos agentes de ambas partes (panista y gobierno) pretenden
enturbiar un proceso que debería seguir un curso legal. Ya salieron por
ahí algunos oportunistas, miembros de la CROC, que nada tienen que
hacer, y que sólo derraman la mierda de su vileza.
Ya por ahí algún abogado leguleyo pretende argumentar temeridad dónde sólo hubo un accidente.
Estamos
seguros que si Maryjose fuera afín al gobierno, después de siete horas
del accidente, como en el caso del obispo de Córdoba, ya hubiera salido
libre y hasta una carta del subsecretario de Gobierno, solida- rizándose
con ella hubiera recibido. En este caso queda adecuada la máxima de
Juárez que dice: “A mis amigos, justicia y gracia; a los demás, la ley a
secas”, pero todavía peor, a los enemigos hay que procurarles la ley
torcida.
Armando Ortiz
Para sembrarte de guitarra, para cuidarte en cada flor, y odiar a los que te castigan, mi amor, yo quiero vivir en vos./Serenata para la tierra de uno (María Elena Walsh)/
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