‘Aquí hay dos lecturas muy claras: o se recrudece la violencia con esto
que pasó y se pone feo, o se detiene, porque las fuerzas federales van a
sitiar Tres Valles y van a estar muy al pendiente’, dice el Alcalde de
Tres Valles
TRES VALLES, VER. (Apro).- En la Cuenca del Papaloapan se cometió la
mayor "carnicería humana" de la que Veracruz tenga memoria, como lo
refieren los lugareños de Tres Valles, Cosamaloapan y Carlos A. Carrillo
tras el hallazgo de por lo menos 31 cadáveres en 12 fosas clandestinas
cavadas en el rancho El Diamante, lo cual confirmó que la delincuencia
organizada, sobre todo Los Zetas, operan en la región.
De la treintena de cuerpos descubiertos, una decena —según elementos de
la Marina-Armada de México y policías ministeriales— estaban
decapitados y otros aparecían sin manos o brazos. La mayoría tenían el
tiro de gracia y huellas de haber sido atados y torturados.
Desde la madrugada del lunes 16 y hasta la tarde del miércoles 18,
peritos forenses, marinos, policías estatales y municipales escarbaron y
sacaron uno por uno los cuerpos del llamado kilómetro 11, camino de
terracería que conduce de la cabecera municipal de Tres Valles al ejido
de Nopaltepec.
La Subprocuraduría Regional de Justicia con sede en Cosamaloapan tuvo
que pedir el apoyo de su homóloga en el puerto de Veracruz, además de
solicitar a las funerarias de la región y al panteón municipal de la
zona que prestaran a sus "peones", "cuerdas", "picos y palas" para la
faena.
El Diamante es un rancho que en 2010 lucía boyante con el ganado que
allí se criaba y por sus vastas áreas de arroz y pastizales. El dueño,
Fernando Cano Cano —ex presidente municipal de Tres Valles—, lo cuidaba
como su mayor patrimonio, pero al morir en mayo de 2011 el terreno cayó
en desgracia.
Marcos Nelson Cano, actual alcalde de esa localidad, asegura que El
Diamante se encuentra en litigio entre la segunda esposa de Fernando
Cano y los hijos del primer matrimonio del ex edil. Mientras tanto, el
rancho quedó en el abandono y ha sido utilizado por la delincuencia
organizada, admite el Presidente municipal.
‘A MÍ ME LEVANTARON’
"Espérenme tantito, hoy no voy a dar tantas audiencias…Tengo un
problemita", dice el alcalde de Tres Valles, Marcos Nelson Cano, a los
habitantes que esperan hablar con él para resolver problemas
relacionados con el agro, la caña de azúcar y con gestiones sociales. En
lugar de atender a la gente, se encierra con cuatro elementos de la
Marina-Armada de México que le advierten: "Aquí vamos a andar
patrullando en estos días".
Líder cañero, de sombrero vaquero, Cano reconoce que las narcofosas lo
tomaron "por sorpresa", pues el ayuntamiento que gobierna venía saliendo
apenas de las fiestas del carnaval, y a su juicio la violencia, los
secuestros y la inseguridad habían cesado.
"Aquí hay dos lecturas muy claras: o se recrudece la violencia con esto
que pasó y se pone feo, o se detiene, porque las fuerzas federales van a
sitiar Tres Valles y van a estar muy al pendiente", dice.
Justifica lo ocurrido en El Diamante al reprochar el hecho de que hace
dos meses, por órdenes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena),
los 35 militares adscritos al patrullaje del municipio fueron
"enviados" a apoyar las labores de combate al crimen organizado en
Michoacán.
Refiere que la delincuencia organizada en el área había sido extirpada a
principios de 2012, cuando entraron fuerzas federales a hacer
detenciones masivas e "imponer" orden. Incluso rememora que él también
ha sido víctima del narcotráfico.
El 9 de mayo de 2011, un comando armado, integrado por varios hombres
encapuchados, interceptó su vehículo cuando viajaba del ingenio cañero a
su domicilio. Con armas de alto calibre, lo sometieron rápidamente y lo
subieron a una camioneta.
"Querían mi dinero. No sé cómo, pero se enteraron de que acababa de
vender un rancho. Los sicarios me decían que estuviera tranquilo, que en
cuanto mis familiares entregaran el dinero que acababa de recibir yo
volvería a casa", expresa.
Tras ocho días de negociaciones, Nelson Cano —en aquel entonces líder
regional de la CNPR— fue liberado y nunca volvió a saber de sus
captores.
El hoy secretario del ayuntamiento de Tres Valles, José Antonio
Herrera, afirma que en 2011 también fue víctima de la delincuencia
organizada, pues en pleno centro histórico del municipio un comando
armado le marcó el alto para despojarlo de su vehículo.
La estela de impunidad en Tres Valles en aquel entonces se explica por
los nexos de fuerzas policiacas con la delincuencia. Esto, al grado de
que la SIEDO detuvo en 2011 a siete policías por presuntos vínculos con
el crimen organizado, entre ellos al comandante de la corporación,
Daniel Villagómez.
No fue sino hasta el jueves 19 cuando el gobierno de Duarte intervino
para sellar los accesos al inmueble. Pero un día antes, reporteros y
fotógrafos regionales pudieron ingresar sin problemas al rancho.
A un costado de las fosas encontraron una casa de seguridad y un área
de descanso, mas quedaron estupefactos al ver un altar y efigies de la
Santa Muerte, con decenas de veladoras en honor de la "señora blanca".
También había botellas de whisky, cervezas sin terminar, sopas y chiles
sin cocinar, restos de comida, así como colchonetas, sábanas y
sandalias.
Policías ministeriales declararon que algunos cuerpos "no tienen más de tres días de ejecutados".
UN ABISMO NEGRO
La cabecera municipal de Cosamaloapan —a sólo 49 minutos de Tres Valles
en taxi— hoy es un pueblo desolado: comercios cerrados, casas
habitacionales en renta y/o en venta vacías, viviendas abandonadas de
familias adineradas que huyeron por la inseguridad, y barrios —como La
Playa, La 42 y San Felipe— que a decir de lugareños son "zona cero",
pues ni la policía se atreve a entrar porque ahí pululan los sicarios y
narcomenudistas.
De enero de 2014 a la fecha han desaparecido más de un centenar de
personas en la Cuenca del Papaloapan, en secuestros y levantones, pero
también —señalan los habitantes— como parte de un "operativo limpieza"
similar a las "ejecuciones extrajudiciales".
Algunos ganaderos y comerciantes aceptan hablar con el reportero bajo
el anonimato, ya que han sido víctimas de secuestro o asesinato de algún
amigo.
"Aquí ha sido un infierno. Antes de diciembre de 2012, la delincuencia
secuestraba y levantaba con total impunidad. Fueron afectados hijos de
ganaderos, de políticos, de trabajadores de Pemex. Todo aquel que tenía
dinero era susceptible de secuestro; también arremetían contra
comerciantes, dueños de cantinas y ejidatarios cañeros que no pagaban la
cuota (derecho de piso). Pero, al menos, si pagabas lo que te pedían,
te regresaban vivo", expone uno de ellos.
Otro detalla que en todo 2013 operó una banda de secuestradores
conocida como Los Taqueros, quienes en 95% de los casos no regresaban
vivo al familiar. Ese grupo ya fue detenido en Puebla.
En lo que va del año, asegura, las ejecuciones y levantones que se
cometen en la cabecera municipal se deben a "ajustes de cuentas" o a una
"especie de operativo limpieza".
"La ciudadanía, la gente de bien, ya sabe que cuando empieza a ver
camionetas negras sin placas patrullando en la noche se trata de fuerzas
federales vestidas de civil, que sólo vienen rastreando a
narcomenudistas y extorsionadores. Los sacan de esos barrios (La Playa,
La 42 y San Felipe), se los llevan y ya no regresan".
En dicho municipio sin ley, coinciden pobladores, ha habido momentos en
que hay que pagar "a los malandros" derecho de piso por "vender" o
"comprar" carro o casa: "Dese una vuelta por el pueblo: aunque la gente
tenga dinero, verá que la mayoría jala carros viejos".
‘TENEMOS MIEDO’
Francisco Molina y su esposa son dueños de una funeraria en
Cosamaloapan, municipio de apenas 35 mil habitantes. Los Molina viven
con dolor y con miedo desde que su hija, María del Carmen Molina Gamboa,
de 22 años, fue secuestrada el 12 de diciembre de 2013. Siete semanas
después, la detención de uno de sus victimarios permitió a la
Procuraduría General de Justicia del estado encontrarla en una fosa
clandestina en el municipio de Carlos A. Carrillo.
"Mire ahora dónde tengo a mi hija", dice Francisco Molina mientras
señala una pequeña urna de latón macizo, dentro de las oficinas de la
funeraria.
"Aún tenemos miedo. Vivimos encerrados", confiesa la familia Molina
Gamboa, pues detalla que aunque los victimarios de su hija cobraron un
cuantioso rescate que los dejó con múltiples deudas, han recibido
llamadas intimidatorias de grupos criminales o extorsionadores.
"Siguen hablando a la oficina. Nos dicen que están en la esquina con
armas largas, que nos van a levantar si no les entregamos dinero.
Después de lo que nos pasó, uno ya sabe qué tiene que hacer en esos
casos: colgarles el teléfono", comenta.
La familia Molina Gamboa y otras mil 500 personas participaron en una
marcha inédita para exigir "paz", "seguridad" y el cese de los
secuestros y extorsiones. El contingente —convocado por la Iglesia
Católica— partió de la parroquia de Carlos A. Carrillo y concluyó en el
parque de Cosamaloapan; concurrieron familiares y amigos de
desaparecidos y asesinados en la región.
PIFIAS DUARTISTAS
El hallazgo dejó pasmado al gobierno de Javier Duarte. Aunque el lunes
se le informó de las 12 fosas, negó el hecho hasta el miércoles.
Inclusive Duarte y su vocero, Alberto Silva, que frecuentan las redes
sociales, disminuyeron notablemente su intervención en el ciberespacio.
El miércoles 17, el subprocurador de Justicia de Veracruz, Arturo
Herrera Cantillo, admitió ante una radiodifusora que se habían hallado
sólo 27 cuerpos. Pero enseguida, sin decir por qué, apagó su celular y
ya no quiso volver a hablar del tema.
Al mediodía, el subprocurador regional de Justicia de Cosamaloapan,
Guilebaldo Maciel Mercado, citó a rueda de prensa en su oficina para dar
pormenores del descubrimiento. Pero antes de las 11:30, cuando afuera
del inmueble había ya reporteros de Veracruz, Alvarado, Santiago Tuxtla,
San Andrés, Tierra Blanca, Tres Valles, Minatitlán, Coatzacoalcos y
hasta de Tuxtepec, Oaxaca, un "telefonazo" de Xalapa ordenó a Maciel
cancelar dicha rueda de prensa.
El silencio oficial del gobierno de Duarte prevaleció hasta el viernes
20, cuando el fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras, aceptó
hablar únicamente con la periodista Carmen Aristegui para, de forma
escueta, ahondar en los datos ya conocidos. Aceptó que no había un solo
detenido.
NOÉ ZAVALETA
Para sembrarte de guitarra, para cuidarte en cada flor, y odiar a los que te castigan, mi amor, yo quiero vivir en vos./Serenata para la tierra de uno (María Elena Walsh)/
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