-de pie.
Por Andrés Timoteo/NOTIVER
Notiver llega a sus 37 años de circular en la vida de los veracruzanos y de ese recorrido, de casi las cuatro décadas, el 2011 fue uno de los más dolorosos. Todavía enjugamos lágrimas, pues ha sido un año de pérdidas entrañables, de partidas a destiempo, de punzadas mortales y de miedo. Por primera vez, al festejo lo supera la tristeza aunque aquí seguimos: de pie, de frente y en alto.
Muchos de los nuestros ya no están pues la familia notive-riana fue tocada de muerte. Nos arrebataron a Miguel Ángel López Velasco, a Misael, su hijo, y a doña Agustina Solano, su esposa, en un artero crimen que a la fecha sigue sin castigarse. También perdimos a Yolanda Ordaz, víctima de la violencia delictiva y la institucional. Desde el cielo llamaron a Sarita y a Virginia, la madre y suegra de Notiver, respectivamente y también se fue Marinieves.
Un año de luto.
Pero los crespones negros no solo aparecieron en las páginas del periódico, también se colocaron en decenas –quizá cientos- de hogares, enlutados con la guerra no formal que los encumbrados emprendieron contra el crimen organizado y con la cual arrastraron al pueblo que no la merecía.
En las calles veracruzanas se vieron horrores como nunca antes, el terror llegó a un punto cúspide con escenas dantescas como fueron los montones de cadáveres de hombres y mujeres –jovencitos la mayoría- apilados en la vía pública. Los cuerpos tirados como desechos en Veracruz y Boca del Río, se convirtieron en noticias que recorrieron el mundo. El pueblo veracruzano literalmente fue bañado en sangre frente a las autoridades necias, las federales, y autistas, las locales.
El cambio de régimen estatal fue el manotazo al avispero que anidó en la entidad durante los últimos seis años. Cuando del gobierno estatal se esperaba justicia y solidaridad, los nuevos pudientes sexenales recurrieron al silencio, a la mentira y al denuesto de las víctimas en un vano intento de ocultar lo inocultable.
Doce meses de llanto y zozobra para el pueblo. El Año de los Horrores -Annus horribilis, dirían los latinos-, como se definen a determinados periodos cuando las calamidades naturales se concatenan con los excesos, los vicios, las perversidades y los yerros humanos.
En medio del vendaval cuyas aspas llegaron y sacudieron a Notiver, surgió la solidaridad de la gente, especialmente de sus lectores y de los compañeros en las faenas periodísticas de otros medios y otras latitudes. Sin embargo, también afloraron las mezquindades de aquellos que festinaron la tragedia, que esperaba ver al periódico de rodillas, minimizado y alineado. Fueron los menos y se quedaron con las ganas pues si bien la tempestad nos hirió, no nos pudo doblar.
Notiver está blindado con doble escudo: sus lectores y la credibilidad que le conceden. En persecución es cuando más se crece, reza la vieja conseja de la cristiandad primitiva. Un medio hostigado, que ha pagado con sangre muchas cuotas que no debía, se erige entre los demás. Hoy Notiver, es lectura obligada en el país y en el mundo porque da cuenta mejor que ninguno de los aconteceres de Veracruz.
Vocero de causas nobles y fustigador de las malas. Burlón de la realidad, pues se ríe de todos, hasta de sí mismo, el periódico sigue inamovible. Las ausencias en sus páginas son dolorosas y se siguen llorando, pero hay plumas que no cejaron pese al miedo. Ellas siguen dejando tinta sobre el papel con caricias tersas y bálsamos tranquilizantes o con aristas puntiagudas que rasgan sin piedad y dejan cicatrices.
Sus planas siempre tiene algo que duele, consuela, satisface, incomoda, alegra, reconforta, inquieta, mueve y causa reacción. Y en este aniversario resuena particularmente aquel comentario que hizo popular el compañero Milo Vela, de la añorada columna Va de Nuez. “Nosotros somos los carteros y muchas veces se enojan con el cartero porque no les gustó el contenido del mensaje, pero el cartero tiene que seguir entregando las cartas”.
La pluma de Milo fue silenciada hace ya seis meses. Tampoco están muchos de los que taladraron el teclado notiveriano pero se les recuerda con afecto. Desde “Arsénico para Todos” de Senen Eros Ortiz o “Veracruz S.A.” de Enrique Huerta hasta “Porrazos” de Eduardo Porras y “Las cosas como son” de Rodrigo Gutiérrez Castellanos. También “Estampillas Jarochas” de Paco Píldora
Y sigue corriendo tinta sobre el papel. Puntillosas y escudriñando la vida pública están las columnas “Desde el Puerto Mítico” de Luz María Rivera, “Además” de Elia Melchi, “Axioma” de Esperanza Moncada, “Para Hoy” de Antonio Armenta, “Meza Política” de Jacy Meza, “Agenda” de Ana Laura Pérez Mendoza, “Sale y Vale” de Coni O. Contreras, “Balconeando” de Cándido Olivares, “Trastienda” de Manuel Hernández, “La Araña en el Palacio” de Sandra Segura, “Acertijos” de Gilberto Haaz Díez, “En la Mira del Divino” de Antonio López y “El Retoque” de Víctor Pinillos.
Y siguen aportando el sustento vital al periódico con la nota general, los compañeros Raúl Olivares, Antonio Marín, Jorge Ernesto Oliva, Ignacio Contreras, Cony Herrera, Sergio Naranjo, Yadira Mota, Miguel Scagno, Pedro Muñoz, Jorge L Ortega Couttolenc, Martha Desmoctt, David de la Fuente y Jorge Gómez.
Los jarochos se buscan todas las mañanas en las páginas del rotativo, con deseo o con temor, para ver si aparecieron en “Sociales” o en “Sucesos”, si el gol que anotaron, el raquetazo o la bola que lanzaron aparecieron en “Deportes”. Si su nombre se menciona o no en alguno de esos espacios, lo presumen o lo lamentan. No hay términos medios.
¿Y quién no ha disfrutado y carcajeado con las caricaturas de Guechi, Julio Cesar, El Mike o Rosete?, ¿Quién no se ha sorprendido al ver las imágenes captadas por las lentes de sus fotógrafos?. El periódico tampoco sería posible sin su ejército de voceadores y los vendedores, que son su voz y sus pies por todos los rincones de la conurbación.
A 37 años de su nacimiento en aquel diciembre de 1974, Notiver más que una empresa familiar, hecha a base de una vida de dedicación por parte de Alfonso Salces y Rosario Ramírez de Salces, es un proyecto social, una comunidad de muchos que tienen algo que decir y otros tantos que necesitan escucharlo, leerlo. Para los protagonistas de la noticia es un escaparate, para los lectores el pan informativo cotidiano y para los redactores, fotógrafos y articulistas, una fuente de libertad.
La tormenta no nos doblegó, seguimos aquí y este 12 de diciembre, misma fecha en que honramos a la Señora del Tepeyac, cuidadora desde siempre de todos nosotros, podemos decir que la tristeza no es impedimento para desear mejores días a la familia notiveriana y a todos los veracruzanos.
No hacen falta los altavoces ni los estruendos, tampoco la lisonja falsa de los convenencieros, para que en este invierno guadalupano hagamos un brindis, acompañado de una oración, en memoria de Yola, Agus, Vicky, Sarita, Marinieves, Misa y Milo que desde el cielo nos miran. Seguir en la brega diaria es la mejor manera de honrarlos. De pie y con la frente en alto. ¡pa lante, pues!.
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