En los días calurosos previos a las vacaciones de Primavera, solía organizarse en la escuela una carrera al “cerro de la cruz”, localizado en los comienzos de la cima en el tramo Tamalín-Tancoco.
Había buenos corredores, y también quienes solo comenzaban con subir la mitad del camino de ida y regresaban “bofos”, exhaustos de la Carrera Juvenil.
Pensando en esta carrera me vino a la mente LALAJA, balneario, arroyo de agua dulce que distingue al vecino Municipio de Tancoco y que atrae en estos días a gente de la Región para pasar un placentero chapuzón que siempre enmarca un bonito recuerdo.
Éramos adolescentes, en aquellos días cuando la rebeldía y la desobediencia invitaba a explorar los caminos desconocidos. Mi amigo de infancia y yo nos propusimos ir rumbo a Lalaja. Él con una bicicleta de montaña, yo con una de carreras y comenzamos a subir la sierra rumbo a Tancoco. Como dije alguna vez, tomándola por la cintura, ella se erguía orgullosa, frente a nosotros primero y a un lado después.
Avanzamos viendo potreros, corrales al principio y después una vegetación exuberante que nos ayudaba, junto con la condición física a subir la cuesta que costaba un buen. La distancia, el tiempo, la velocidad no fue factor que nos impidiera saborear en diferente perspectiva ese viaje en particular. Llegamos a Tancoco, no se si en un tiempo record, pero sí con suficiente batería para entrar por los corrales que dan la bienvenida y doblar a la izquierda rumbo a las Lajas bañadas de belleza.
Fue un día completo que pasamos nadando, subiendo por las altas rocas y tirándonos clavados, gente conocida y desconocida hacia lo propio. Había parejas de enamorados que buscaban la zona más alta, el escondite perfecto. Pero cuatro ojos los veían, indiscretos.
Regresamos por la tarde. La bici de carreras que llevaba, falló en los frenos, de hecho; así la llevaba y con mis tenis frenaba poniendo estos en la llanta trasera. No resistió mucho y tronó casi llegando a Tamalín, precisamente a la altura de la Cruz.
Seguimos bajando a puros rines, contentos de disfrutar la puesta de sol y un día de Paseo por Lalaja, Tancoco, Ver.
El farol de la Sierra Otontepec
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