Querido Hermano Mayor:
Ante todo quiero reconocer públicamente
el afecto y el aprecio que me has brindado en lo personal desde que
rompí con La Jornada, al ver que ése, mi querido periódico, se echaba en
brazos del PRI para integrarse al Pacto por México.
En tu casa, recordando las palabras que
te dijo tu papá cuando rompiste con el PRI en Tabasco, me garantizaste
que siempre habría frijoles en la olla, por si los llegara a necesitar,
cosa que hasta la fecha, por fortuna, no ha ocurrido.
Me he mantenido al margen del proceso de
organización de Morena, y peor aún, no he hecho nada para volver a
reunirnos, toda vez que estás trabajando nuevamente siete días a la
semana, como de costumbre, fiel al principio de que “quien deja de
luchar empieza a morir”.
Yo tampoco he empezado a morir, aunque
estoy dando mis propias batallas en otros terrenos. La segunda intención
de esta carta, después de reiterarte mi amistad y mi adhesión al
proyecto que encabezas, es plantearte –y compartir con los lectores de
estas líneas-- una muy grande preocupación.
Me refiero al asunto –gravísimo-- del
fracking (o fractura hidráulica), a mi modo de ver, el objetivo
principal de la reforma energética. Según la Agencia Nacional de Energía
de los Estados Unidos, México posee la cuarta reserva mundial de gas
shale, después de China, EU y Argentina, en ese orden.
Contamos, de acuerdo con esa fuente, con
681 billones de toneladas de pies cúbicos de gas shale, o gas encerrado
en rocas de lutita o pizarra, a grandes profundidades, tanto en las
aguas del Golfo de México como en los estados de Tamaulipas, Nuevo León,
Coahuila, el norte de Chihuahua y el norte de Veracruz, aunque según me
contó en fecha reciente Luciano Concheiro, se sospecha que también
podría existir gas shale en la sierra de Puebla, donde ya se efectúan
perforaciones y se usa el fracking.
Salta a la vista que en los desiertos del
norte del país y bajo las fértiles tierras de Tamaulipas y Veracruz, la
violencia diseñada y aplicada por Vicente Fox y Felipe Calderón a
través del crimen organizado, ha causado decenas de miles de muertes y
expulsado de sus pueblos, ranchos y comunidades rurales, a miles y miles
de mexicanos.
Los hechos nos sugieren que se trata de
un genocidio planificado para “limpiar” de seres humanos esas regiones
del país, de tal manera que empresas como Halliburton, Dowell
Schulemberger, Hot Hed Oil Tool y Tenaris-Tamsa, puedan dedicarse
desenfrenadamente a la búsqueda de gas shale a través del método ecocida
del fracking.
Te hago una pregunta retórica en
beneficio de los lectores de estas líneas: ¿qué es el fracking? Casi
nadie lo sabe, y los medios, todos, lo ocultan. Sin embargo,
desarrollado desde los años 70 por Estados Unidos, el método de la
fracturación hidráulica es el equivalente a la lixiviación en la
megaminería tóxica.
Para buscar gas y petróleo, encerrados a
gran profundidad en rocas de lutita o pizarra, se perfora la tierra o la
superficie del lecho marino, en forma vertical, hasta dar con el
eventual yacimiento de hidrocarburos.
Acto seguido, se efectúan diversas
perforaciones horizontales en un arco de 360 grados. Luego se inyecta
cemento, para solidificar las paredes del pozo. Después, se aplica agua a
muy alta presión mezclada con un coctel de aproximadamente 600
productos químicos, no una sino muchas veces, para reventar las pequeñas
rocas de lutita y liberar el gas y petróleo que contienen.
El fracking está severamente prohibido en
muchos países de Europa. ¿La razón? Las explosiones liberan el gas,
pero éste a menudo se infiltra en los mantos freáticos y contamina el
agua, por no mencionar que los químicos envenenan las especies animales y
echan a perder la tierra para el cultivo. Es, repito, una práctica
ecocida, que daña la naturaleza y afecta a los seres humanos.
Una práctica ecocida que esos mismos
países europeos desean generalizar en México, y para lo cual Estados
Unidos, a través del Plan Mérida y la llamada “guerra contra las
drogas”, patrocinó un genocidio que despobló extensas áreas del país.
Tengo en mi poder documentos que prueban, por otra parte, los altísimos
costos del fracking, en los lugares donde ya se realiza.
De acuerdo con un estudio de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en el llamado bloque
Galaxia (como la colonia donde tienes tu casa en Villahermosa), una
extensión de mil 500 kilómetros cuadrados en el norte de Coahuila y
Tamaulipas, los costos de los pozos “Nómada 1” (entre Piedras Negras y
Ciudad Jiménez), “Montañés 1” (entre Ciudad Nava y Ciudad Guerrero) y
“Emergente 1” (cerca de Nuevo Laredo) son los siguientes:
Pozo “Nómada 1”: Perforación y barrena, a
cargo de Halliburton, 12 millones 462 mil 935 pesos. Fluidos de
perforación (coctel de químicos) a cargo de QMAX, 6 millones 129 mil 791
pesos. Tuberías, soldaduras, mano de obra, transporte y alojamiento de
personal y muchos otras cosas más, dieron un total de 30 millones 766
mil 568 pesos, o 2 millones 769 mil dólares (a 11 pesos por dólar).
Pozo “Montañés 1”: Barrenas y perforación
direccional,a cargo de Dowell Schulemberger, 7 millones 149 mil pesos.
Cimentaciones primarias, a cargo de Halliburton, 4 millones 998 mil 682
pesos. Fluidos de perforación, 6 millones 210 mil 919 pesos. Esto y todo
lo demás sumó 32 millones 117 mil 644 pesos, o 2 millones 919 mil
dólares.
Pozo “Emergente 1”: Barrenas y
perforación: 21 millones 487 mil 820 pesos. Coctel de químicos, 22
millones 491 mil pesos. Más todo lo demás, 81 millones 38 mil924 pesos,o
7 millones 367 mil dólares.
Ignoro cuál fue el volumen y el valor de
lo que se obtuvo a cambio de tales inversiones, pero te adelanto que en
Nigeria, un país similar a México en extensión, población, corrupción y
concentración injusta de la riqueza, un enclave petrolero en el Golfo de
Guinea que en materia de gas shale no figura en el mapa de la Agencia
Nacional de Energía de los Estados Unidos, la empresa estatal italiana
de hidrocarburos, llamada ENI, perfora cada pozo de gas shale a cinco
mil metros de profundidad bajo el suelo submarino, a un costo de 50
millones de euros, o 670 millones de pesos (a 17 pesos por euro), pero
de cada cinco pozos que abre (es decir, de cada 250 millones de euros
que invierte) sólo un pozo tiene gas shale, y con lo que obtiene de éste
cubre sus pérdidas y reparte sus ganancias, en una relación de 60 a 40
por ciento, con el gobierno nigeriano.
México no necesita devastar la naturaleza
en los estados en donde tenemos gas shale, porque con el crudo que hay
en el Golfo de México nos basta y nos sobra para satisfacer nuestras
demandas de consumo.
Ésta idea es tuya, Andrés Manuel, y la
suscribo. Pero estoy convencido de que quienes se empeñan en esta
absurda contrarreforma energética, en realidad obedecen instrucciones de
Estados Unidos para que nuestras reservas de hidrocarburos de lutita se
pongan al servicio de las guerras de Washington en Medio Oriente, y
favorezcan a nuestros vecinos del norte en su confrontación con China y
Rusia.
¿Por qué no destapar este asunto? ¿Por
qué no informar al pueblo acerca de lo que está en juego en materia de
fracking y gas shale? La dimensión geopolítica de la privatización de
Pemex que pretenden los neoliberales también debe de ser parte del
debate nacional.
Éste es mi respetuoso y solidario
exhorto. Que a partir de ahora, y en las sucesivas etapas de la lucha de
resistencia pacífica que daremos millones de mexicanos en todo el país,
tengamos presente este aspecto siniestro, y hasta ahora oculto, de lo
que quieren decir los salinistas cuando alaban las “nuevas tecnologías”
que entrarán en acción, si se los permitimos.
Te mando un fuerte abrazo. Espero verte pronto.
Jaime Avilés